Reseña
Son tantas las vivencias que guardo en mi memoria y las emociones experimentadas durante estos cuatro años, que estas se agolpan en mi mente y no son tarea fácil de ordenar. Iniciar el periodo con el terremoto y maremoto del 27/F fue algo demoledor. Ser testigo de la profunda desesperación y dolor que sacudió a los chilenos ese día fue una de las experiencias más fuertes que me ha tocado vivir. Pero no había tiempo para pensar, había que actuar. Recorrer las zonas devastadas por la catástrofe y acompañar en el sufrimiento y entregar contención, ayudar a superar el trauma, a ponerse nuevamente de pie, recuperar la esperanza y contribuir no solo a reconstruir las vidas de los damnificados, sino que a construir una aún mejor. Eran tantas las necesidades de apoyo, como las muestras de generosidad de tantos miles de chilenos que desde un principio ofrecieron su colaboración en esta tarea de reconstruir un país, y es por eso que decidimos trabajar a través de alianzas público-privadas, modalidad que logré continuar durante el resto de mi gestión.
Durante este difícil período me di cuenta de la importancia de estar en terreno, de estar siempre cerca de la gente, de escuchar y conocer sus necesidades. Por tal razón, posteriormente sentí que debía estar presente no sólo en las zonas afectadas por el terremoto, sino que también en el resto del país. Así fue como que una de mis mayores energías estuvieron puestas en recorrer Chile de norte a sur y de cordillera a mar, empapándome de la forma en que vivían los mineros, los pescadores, los artesanos, los campesinos. Conocer sus costumbres, sus anhelos, conocer los distintos rostros del chileno y las diferentes identidades del país.
Siempre me he sentido una persona común y corriente, una chilena como todas, una mujer a quien le correspondió esta hermosa y desafiante responsabilidad que implica una diversidad de tareas: presidir siete fundaciones, realizar giras nacionales e internacionales y un sinfín de labores protocolares y sociales acompañando a mi marido, pero sobre todo, conociendo siempre los diferentes rostros de nuestro país.
El trabajo ligado a las fundaciones que me toco presidir durante estos años fue muy intenso y gratificante, pues siempre he estado ligada al área social. Desde los inicios en esta función me di cuenta que debíamos enfocarnos en la misión por la cual se creó cada una de ellas y lograr que cada vez más chilenos puedan ser beneficiados por el trabajo que desde estas fundaciones se realiza. Logramos avances sustanciales, siempre manteniendo la mística, pues teníamos plena conciencia que estábamos contribuyendo a mejorar la calidad de vida de personas en situación de vulnerabilidad a lo largo del país en áreas ligadas a la educación, la salud y la cultura, contribuyendo de esta forma a dar mayores oportunidades a quienes más lo necesitan.
Elige Vivir Sano es una de nuestras más grandes satisfacciones, ha logrado que los chilenos tomen conciencia de la importancia de adquirir hábitos de vida más saludables y se hagan también responsables de su salud, acogiendo esta iniciativa que es una prioridad país. Elige Vivir Sano se transformó en una política de Estado, para que los chilenos sigamos creando una cultura de vida sana a través de cuatro pilares básicos: alimentación sana, realizar ejercicio físico, compartir con la familia y disfrutar al aire libre.
Estos años quedarán registrados en mi memoria como un período de una enorme plenitud y felicidad. Pude dedicarme en cuerpo y alma a lo que más me apasiona: estar cerca de la gente, acompañar a mujeres y hombres de los rincones más diversos del país, compartir con ellos y escuchar sus necesidades. La sensación de gratitud es infinita, y esas infinitas muestras de cariño que siempre recibimos el Presidente y yo, las guardaremos y atesoraremos para siempre.
