I CUMBRE CELAC-UE
Discurso de S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, en la inauguración de la I Cumbre CELAC-UE
Santiago, 26 de enero de 2013
Quiero darles a todos ustedes la más cordial y cariñosa bienvenida, y desearles que tengan una buena estadía en este país del fin del mundo llamado Chile. Saludo en forma especial al presidente del Consejo Europeo, al presidente de la Comisión Europea, a los Jefes de Estado y de Gobierno de los países que integramos la CELAC y la Unión Europea; a los jefes de delegación, a los invitados especiales y a todos y cada uno de ustedes. En representación del Gobierno y del pueblo de Chile, queremos recibirlos con los brazos abiertos.
Para nosotros es un gran honor y un gran privilegio poder contar con su presencia y también poder dar por inaugurada esta I Cumbre en que CELAC, representando a América Latina y el Caribe, se reúne con la Unión Europea. Son dos comunidades que comprenden a 61 países, un tercio de los países del mundo. Representamos a mil 100 millones de habitantes del planeta y más de un tercio del producto mundial. En consecuencia, sin duda tenemos una tremenda responsabilidad con nuestros países, nuestras regiones, pero también con el mundo entero. El tema que hoy día nos convoca es la construcción de una nueva alianza estratégica para lograr un desarrollo sustentable en base a inversiones de calidad, tanto en lo social como en lo ambiental.
Durante los próximos dos días tendremos una gran oportunidad, no sólo de compartir experiencias e intercambiar opiniones, sino que, lo más importante, de unir fuerzas y acordar cursos de acción para construir todos juntos un mejor futuro para nuestros países y para nuestros pueblos. Esta cumbre no sólo es útil, es necesaria; no sólo es oportuna, es urgente. Si bien la Unión Europea llega a esta cumbre en medio de una larga y dolorosa crisis, no podemos olvidar que ella sigue siendo la economía más grande del mundo; un continente con una cultura valiosa y milenaria, con un inmenso patrimonio científico, tecnológico y, tal vez, lo más importante, con un sólido compromiso con los valores de la libertad, la democracia, el Estado de Derecho y el respeto a los derechos humanos.
Por su parte, América Latina y el Caribe, si bien siguen siendo todavía un continente en desarrollo y con niveles demasiado altos de pobreza y de desigualdad, constituyen un continente que está experimentando un verdadero renacimiento, que ha aprendido de sus errores del pasado y que hoy día se encuentra en un proceso de fortalecimiento de su desarrollo económico, de su democracia y, también, con un firme compromiso con esos valores que compartimos con la Unión Europea de la libertad, la democracia, los derechos humanos y el Estado de Derecho.
América Latina y el Caribe lo han tenido y seguirán teniéndolo todo para derrotar la pobreza y el subdesarrollo: un territorio vasto y generoso, abundantes recursos naturales, ausencia de guerras y un pueblo homogéneo y trabajador que quiere y merece un futuro mejor. Y, adicionalmente, que está dispuesto a enfrentar todas las dificultades del presente, los desafíos del futuro y las oportunidades que esta sociedad moderna está poniendo frente a nuestro camino.
Esta cumbre, por una sola vez, nos va a permitir juntarnos en un lugar del mundo para pensar juntos los que van a ser los caminos del futuro. Y va a permitir agrupar y reunir a países que vivimos a ambos lados del Océano Atlántico pero que, a pesar de las distancias, compartimos valores y visiones. En consecuencia, nada ni nadie debiera apartarnos de nuestra tarea.
Para facilitar que esta cumbre sea más fructífera y más fecunda, hemos incorporado algunas innovaciones. Por primera vez en esta cumbre habrán participado los tres poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Los dos últimos ya terminaron sus cumbres y en algunos momentos más nos entregarán sus conclusiones y propuestas.
También hemos incorporado en plenitud a la sociedad civil, que ha tenido una muy activa y fecunda participación a través de foros y encuentros del mundo académico, laboral, empresarial; fundaciones y organismos no gubernamentales.
Además, en esta oportunidad vamos a contar con un formato más directo y eficiente, con reuniones que adoptarán la forma de retiros privados para así facilitar un diálogo más franco, más directo y, en consecuencia, más fructífero entre nuestros continentes, privilegiando las ideas, los contenidos y los acuerdos por sobre el protocolo y los formalismos.
El objetivo de esta cumbre es grande y ambicioso, pero también es factible y es nuestra responsabilidad alcanzarlo. Estamos creando entre nuestros continentes una nueva alianza estratégica, con una relación menos vertical y más horizontal, evolucionando desde la asistencia hacia la verdadera cooperación, reconociendo lo mucho que nos une por sobre aquello que nos separa y, adicionalmente, promoviendo y fomentando inversiones en ambas direcciones de Europa a América Latina y el Caribe, y de América Latina y el Caribe hacia Europa con mayor calidad social y medioambiental.
Es verdad, la Unión Europea es la principal fuente de inversión en América Latina y el Caribe, representando cerca de un 43 por ciento del stock de inversiones. Pero también es verdad que en los últimos años este flujo de inversión se ha debilitado y el flujo en sentido inverso se ha fortalecido. También es cierto que esa inversión está concentrada en muy pocos países emisores y muy pocos receptores. De hecho, el grueso de las inversiones en América Latina provienen de España, Reino Unido y Francia, y los países que concentran la recepción de ellas son Argentina, Brasil y Chile, que reciben más de la mitad del flujo de inversiones de Europa a América Latina y que hoy día alcanza a más de 600 billones de dólares.
Por otro lado, la inversión de América Latina y el Caribe hacia Europa ya llega a más de 117 billones y está creciendo con fuerza. Por ello, necesitamos más y mejores inversiones de calidad, tanto social como ambiental, con mayor responsabilidad empresarial, tanto en Europa como en América Latina. Esto está demostrando el tremendo dinamismo que ha alcanzado el comercio entre los dos continentes y que ha logrado crecer a cifras promedio del 13 por ciento al año durante la última década y que ya supera con creces los 300 mil millones de dólares.
A partir de este momento, más de mil100 millones de personas a ambos lados del Atlántico y también, en cierta forma, en el mundo entero, tendrán sus ojos y sus esperanzas puestos en nosotros y en los resultados que esta cumbre vaya a generar. Sabemos que lo harán con un cierto grado de escepticismo y desconfianza, porque en el pasado se han sentido frustrados, pero también sabemos que lo harán con mucha fe y esperanza de que esta vez las cosas serán distintas.
El lema de esta cumbre, simbolizado por esa mano de un artista chileno que intenta tocar las estrellas es “Apuntando Alto”. Este lema no es casualidad. Refleja la firme intención y voluntad de construir esta nueva etapa y esta nueva relación estratégica entre ambos continentes. Una etapa de mayor integración, mayor comprensión, mayor colaboración, que nos permita enfrentar juntos los problemas que siempre deberemos enfrentar pero, por sobre todo, los desafíos y las oportunidades que el futuro pone ante nosotros. Y lo haremos con los ojos puestos en el cielo, que es la esperanza, la imaginación, pero con los pies bien puestos en la tierra, que es el realismo y la responsabilidad.
Quisiera recordar a un gran pensador francés, Víctor Hugo, quien dijo una vez que “no hay nada más fuerte en el mundo, que una idea a la cual le ha llegado su tiempo”. Y estoy seguro que todos nosotros sabemos y sentimos que ha llegado el tiempo de construir esta verdadera alianza estratégica entre el mundo de Europa y el mundo de América Latina y el Caribe, porque tenemos tantos valores y principios compartidos y tantas visiones y proyectos de futuro también comunes.
Estoy seguro que nuestros compatriotas no nos perdonarán no lograr las metas que hoy día nos hemos fijado. Como líderes de nuestras naciones, elegidos democráticamente por nuestros pueblos, tenemos la obligación de estar a la altura de este gran desafío y tengo plena confianza en que todos y cada uno de ustedes van a entregar lo mejor de sí mismos para hacer de esta una cumbre muy exitosa.
Muchas gracias.