Año 2013: Tiempo de cosecha en tiempos difíciles
Publicado por administrador el Dom, 12/30/2012 - 12:06
Se termina un año y comienza uno nuevo. Tiempo apropiado para balances: ¿Qué hicimos bien? ¿Qué hicimos mal? ¿Qué pudimos hacer mejor? Pero también tiempo oportuno para planificar el futuro. ¿Cuáles debieran ser nuestras prioridades? ¿Qué problemas y desafíos deberemos enfrentar?
Hace poco menos de tres años asumimos, por decisión libre y soberana de una mayoría de chilenos, el honor y responsabilidad de gobernar nuestro país. ¿Cómo estaba Chile ese 11 de marzo de 2010? Sin duda, vivía momentos difíciles. Y no me refiero solamente al devastador terremoto y maremoto que golpearon al país la madrugada del 27/F, sólo 12 días antes de la asunción del nuevo gobierno, y que nos puso al frente un formidable desafío de reconstrucción.
Porque lo cierto es que, más allá de los esfuerzos y buenas intenciones de los gobiernos anteriores, Chile arrastraba graves problemas y amenazas que oscurecían su horizonte. En primer lugar, nuestra economía venía mostrando claros signos de fatiga y había perdido su liderazgo y dinamismo. Cada día crecíamos menos, creábamos menos empleos, los salarios se estancaban, el desempleo crecía, la inversión como porcentaje del PIB caía, la productividad disminuía, la pobreza aumentaba, las desigualdades excesivas no cedían, la calidad de la educación era insuficiente y no mejoraba, y podríamos seguir.
Por otra parte, los equilibrios macroeconómicos se habían debilitado y el déficit estructural de las cuentas fiscales se incrementaba. Adicionalmente, la economía mundial se debatía en medio de la mayor crisis de recesión, estancamiento y desempleo de los últimos 80 años, que comenzó el 2008, pero aún está lejos de terminar.
Sin duda, nos ha tocado gobernar en tiempos difíciles y condiciones adversas. Sin embargo, habíamos comprometido con los chilenos un gobierno de cambio, futuro y esperanza que apuntara a una sociedad de seguridades, oportunidades y valores para todos, y no les podíamos fallar. Hoy, dos años y 10 meses después, más que las promesas y compromisos, corresponde que sean los hechos los que hablen con toda su contundencia y claridad. Hemos recuperado nuestra capacidad de crecer en torno al 6% y estamos entre los países de mayor crecimiento del mundo. Hemos creado más de 700 mil nuevos empleos y nos acercamos a una situación de pleno empleo. Los salarios han vuelto a crecer con fuerza. La inflación está bajo control. La pobreza, aunque lentamente, está disminuyendo, y la pobreza extrema lo hace con mayor rapidez. Las desigualdades excesivas, por fin, están empezando a ceder. La inversión y la productividad se han recuperado con vigor; la reconstrucción presenta más de un 80% de avance; y antiguos anhelos, como el nuevo posnatal de seis meses, la eliminación del descuento del 7% de salud, el término de las listas de espera Auge, el Bono Bodas de Oro y el Ingreso Etico Familiar, por nombrar algunos, son una realidad.
¿Es esto casualidad? Por supuesto que no. Es fruto del trabajo y esfuerzo de la mayoría de nuestros compatriotas; también de buenas políticas públicas y de un gobierno que trabaja incansablemente para cumplir sus compromisos con todos los chilenos, y muy especialmente con la clase media y los más vulnerables, que necesitan y merecen una vida mejor, más plena y más feliz.
¿Faltan problemas por resolver? Por supuesto que sí. Por eso, nuestras prioridades durante el año que se inicia estarán concentradas en lo siguiente:
- La lucha frontal contra la delincuencia y el narcotráfico, para dar a nuestras familias una vida con mayor paz y seguridad. A pesar de que este año las denuncias de delitos de mayor connotación social se redujeron en más de un 18%, lo cierto es que no estoy satisfecho con los resultados alcanzados. Por eso he instruido a los ministerios de Justicia y de Interior y Seguridad Pública que redoblen sus esfuerzos, fortaleciendo su rol coordinador de las fuerzas policiales, los jueces de garantía, el Ministerio Público, los tribunales de justicia y Gendarmería. Además, estamos agilizando la reforma al Código Procesal Penal para trancar de una vez por todas la puerta giratoria. Asimismo, estamos presentando un nuevo Código Penal que reemplazará al actual, dictado hace más de 130 años, avanzando en la nueva ley que endurecerá las sanciones a aquellos encapuchados cobardes que recurren a la violencia y destrucción de la propiedad pública y privada, incrementando la dotación y equipamiento de nuestras policías, extendiendo el plan cuadrante y reformulando completamente el Servicio Nacional de Menores.
- Consolidar la reforma educacional, para garantizar a todos nuestros niños y jóvenes una educación de calidad, con un acceso asegurado y gratuito, a través de una subvención preferencial y becas para los que las necesiten, y créditos adecuados para los demás, a nivel de educación preescolar, escolar y superior, de manera que todos nuestros niños y jóvenes puedan desplegar los talentos que Dios les dio, y crecer y desarrollarse junto a sus familias sobre la base de su mérito y esfuerzo. También estamos haciéndonos cargo de graves fallas que heredamos en nuestro sistema educacional, a través de la nueva Agencia de Calidad, la Superintendencia de Educación y la Agencia de Acreditación para las instituciones de educación superior.
- Mejorar la calidad de la salud, para que todos sepan que si se enferman, recibirán una atención digna, oportuna y eficaz. También seguiremos impulsando el programa “Elige Vivir Sano” para crear una cultura de vida sana, en que cada persona asuma su rol como responsable y beneficiario de su propia salud.
- Seguir avanzando en la lucha contra la pobreza y las desigualdades excesivas, para hacer de Chile una sociedad más justa, solidaria y fraterna.
- Acelerar la ejecución de la Estrategia Nacional de Energía, que incluye, entre otras medidas, el fomento de la eficiencia energética, una nueva ley de carretera eléctrica, concesiones y servidumbres, y la interconexión entre el Sistema del Norte Grande con el Sistema Central.
- Continuar modernizando nuestro Estado para hacerlo más transparente, ágil y cercano a la gente; y perfeccionando nuestra democracia y sus instituciones, para que sean más respetadas, vitales y participativas.
¿Es posible hacer todo esto en medio de la tempestad que significa un mundo en crisis? Depende de nosotros. Nada une y motiva tanto a un pueblo como un proyecto noble, grande y factible, al cual todos puedan aportar y participar de sus beneficios. Y ese proyecto es el gran desafío de nuestra generación, la generación del Bicentenario: hacer de Chile, antes que termine esta década, un país desarrollado y sin pobreza, donde todos sus hijos tengan la certeza de una vida digna y las oportunidades para desarrollar sus talentos y alcanzar una vida más plena y feliz junto a sus familias y seres queridos.
Hemos tenido casi tres años de siembra en tiempos muy difíciles. Hoy es el tiempo de cosechar los frutos de ese esfuerzo, para que cada día sean más los chilenos, y especialmente los más vulnerables y de clase media, que perciban cómo sus vidas y las de sus familias cambian para mejor.
¡Que Dios bendiga a nuestra patria! ¡Que Dios bendiga a los chilenos!
Muy feliz 2013.