¡Paremos el desierto!
Publicado por administrador el Mié, 06/26/2013 - 11:06
Hace pocos días conmemoramos la jornada mundial contra la desertificación, para crear conciencia y aunar voluntades en la lucha contra este verdadero “cáncer de la tierra”, que es una de las principales amenazas al desarrollo de muchas naciones y, después de la guerra, la mayor causa de catástrofes humanitarias.
Sin duda, se trata de un fenómeno global, que no respeta fronteras ni niveles de desarrollo. Se calcula que hay más de 3.200 millones de hectáreas desertificadas en el planeta, donde vive un sexto de la población mundial. En el caso de Chile, 48 millones de hectáreas, dos tercios de nuestro territorio, sufren en mayor o menor medida la desertificación, afectando a más de 1,5 millones de compatriotas.
Peor aún, cada año vemos cómo el desierto continúa su avance a paso firme e inexorable, cubriendo tierras que hasta ayer eran prósperas y fértiles. Diversas estimaciones muestran que nuestro gran desierto del norte, esa “amplia región calva despojada de toda gracia vegetal y de la ternura de agua” como hermosamente lo describía Gabriela Mistral, sigue avanzando hacia el sur a una velocidad de 0,4 kilómetros por año, lo que lo tiene hoy casi a las puertas de la Región Metropolitana.
Por ello, la lucha frontal contra la desertificación y erosión de nuestros suelos es y debe seguir siendo una prioridad nacional. En la última década, Conaf ha supervisado la forestación de 1,4 millones de hectáreas, la mayor parte en terrenos erosionados, permitiendo a Chile cubrir casi el 4% de su superficie con bosques. Esto llevó a la FAO a reconocer a Chile como uno de los tres países en el mundo que han logrado aumentar su superficie de bosques en la última década, alcanzando así un nivel de “deforestación neta cero”. Y ello, a pesar de que nuestras exportaciones forestales están aumentando en cerca de un 10% al año, lo que demuestra que el cuidado del medio ambiente y el desarrollo económico no son objetivos incompatibles, sino complementarios.
En otras palabras, este es un partido que hoy lo estamos empatando luego de décadas de irlo perdiendo por goleada. Pero no estamos satisfechos. Queremos ganar este partido recuperando amplias zonas del país que alguna vez fueron fértiles para pasar de una situación de “deforestación neta cero” a otra de “forestación neta positiva”. Y para ello hemos puesto en marcha una verdadera política de Estado, a través de una completa Estrategia Nacional de Recursos Hídricos y lucha contra la erosión y desertificación para los próximos 20 años, con medidas y metas de corto, mediano y largo plazo.
Entre las primeras, destaco la plantación de mil hectáreas con algarrobos para levantar una verdadera “muralla verde” que detenga la desertificación al norte de la Región Metropolitana; la implementación de un exitoso programa de siembra de nubes, y el aumento en casi un 30% del presupuesto para prevención y combate de incendios forestales, que el 2012 nos permitió reducirlos a menos de la mitad.
Para el mediano plazo, estamos plantando 17 millones de árboles, uno por cada chileno, en todas las ciudades del país; pusimos en marcha un plan de recarga artificial de acuíferos en las 15 zonas más afectadas por la sequía, duplicamos los recursos para obras de riego, y presentamos al Congreso Nacional los proyectos de nueva ley de fomento al riego y el que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Silvestres Protegidas.
Y para el largo plazo, estamos recuperando el tiempo perdido, luego de un atraso de más de 50 años en la construcción de grandes embalses, que explican por qué el 84% de nuestra agua dulce se pierde por nuestros ríos en el mar. De hecho, entre el año 2000 y el 2011 no se inauguró prácticamente ningún embalse nuevo en nuestro país. Para lograrlo, lanzamos un plan de construcción de 16 embalses durante esta década, que nos permitirán aumentar en más de un 30% nuestra actual capacidad de almacenamiento de agua. De ellos, ya inauguramos el embalse Ancoa en el Maule, los canales matrices del embalse El Bato en la Región de Coquimbo y el entubamiento de canales en el valle de Azapa. Este año entrará en operaciones el embalse Chacrillas en la Región de Valparaíso, reanudaremos las obras del embalse Convento Viejo en la Región de O’Higgins e iniciaremos la construcción del embalse Chironta en Arica y Parinacota, Punilla en el Biobío y Valle Hermoso en la Región de Coquimbo.
No cabe duda de que el cuidado del medio ambiente y la naturaleza se ha instalado en nuestras conciencias como un tema político, económico y social prioritario y un imperativo moral. Porque el aire, los mares, los ríos, los lagos, los bosques y la biodiversidad no son solo una herencia de nuestros padres, de la cual podamos disponer a nuestro antojo. Son, más bien, un préstamo de nuestros hijos y nietos que debemos cuidar y devolverles mejorado. Por eso estamos tomando hoy medidas drásticas para proteger nuestras bellezas naturales. Porque no queremos que nuestros nietos y bisnietos solo las conozcan por los libros de historia.