
Escenas de la vida cotidiana
Publicado por Cecilia Morel el Vie, 03/11/2016 - 17:20La escena es cada vez más común. Cuántas veces hemos estado reunidos con amigos o familiares y, en vez de conversar ahí, nos encontramos revisando nuestros correos electrónicos, contestando un WhatsApp o viendo cuántos «me gusta» lleva la última foto subida a Instagram. Hoy, los smartphones, más que «teléfonos inteligentes», parecieran ser una extensión de nosotros.
Un reciente estudio, realizado por Gfk Adimark* junto a Entel, confirmó una tendencia: los chilenos somos adictos al celular. Incluso ya se habla de «nomofobia» –no mobile phobia, en inglés; o estar sin celular, en español–, que a pesar de no ser una fobia clínicamente tipificada, sí puede provocar angustia.
Según cifras de la investigación, el 64% de los chilenos reconoció que el smartphone es el objeto tecnológico más importante para sus vidas, desplazando al computador (25%) y televisor (5%). Y son las mujeres quienes más priorizan el celular –con un 76% frente al 53% de los hombres–, pues para ellas es importante mantener contacto permanente con la pareja, los hijos, la familia, la oficina y las amigas. También reveló que el celular ha invadido espacios de intimidad como el baño, el comedor e incluso las relaciones sexuales.
La necesidad de estar «conectados» nos está haciendo cultivar «pseudo-relaciones» virtuales, perdiendo la riqueza del lenguaje no verbal, los silencios, las gestualidades y las posturas corporales. ¿Qué sentido tiene estar tan preocupados de mantener un vínculo telefónico en desmedro de las personas con las que estamos frente a frente?
Por otro lado, este fenómeno también aumenta el llamado «sedentarismo tecnológico», mal que ha penetrado fuertemente en los colegios de Chile. Los niños ya no juegan fútbol o al luche en el recreo, sino que gastan este valioso descanso embobados frente a sus teléfonos móviles, lo que poco ayuda a combatir las alarmantes cifras de obesidad presentes en nuestros estudiantes.
Sabemos que la tecnología es un facilitador de nuestra existencia y que –en muchos aspectos– los celulares han cambiado para mejor nuestras vidas. Pero, en pleno siglo XXI, es un imperativo aprender a mantener el justo equilibrio entre nuestra «vida virtual» y nuestra «vida terrenal».
Por: Cecilia Morel, presidenta Fundación Chile Vive Sano.
Foto: Bajo licencia Creative Commons / www.psyciencia.com [2]