Discurso de S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, al promulgar la Ley de Aseguramiento de la Calidad de la Educación
Santiago, 11 de agosto de 2011
Quiero empezar por agradecer y felicitar profundamente a todos aquellos que tuvieron el coraje, la buena voluntad y la visión que permitieron sacar adelante este gran acuerdo por la educación y esta ley que crea el Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Escolar. Sé que no fue fácil, que los debates a veces fueron duros, pero también sé que en todo momento primó la buena voluntad y jamás se perdió de vista el objetivo central, que era pensar en la calidad de la educación de nuestros niños, de nuestras niñas y de nuestros jóvenes.
Quiero agradecer en forma muy especial a la ex ministra Mónica Jiménez, José Weinstein, al ex ministro de Educación, Joaquín Lavín, al subsecretario de Educación Fernando Rojas y a Felipe Bulnes, actual ministro de Educación. Sé que ustedes fueron los grandes impulsores de este acuerdo y de esta ley, junto a muchos y muchas más. Lograron un acuerdo y con ello hicieron un tremendo aporte para construir un país mejor. Y la fortaleza de ese acuerdo se reflejó en que la ley fue aprobada prácticamente por la unanimidad del Senado y por una inmensa mayoría de la Cámara de Diputados, lo que muestra que cuando nos unimos detrás de un objetivo grande, noble y necesario, como es la calidad de la educación de nuestros hijos, somos capaces de actuar en forma fecunda. Y lo que realmente importa, al final del día, es si avanzamos en la dirección correcta, con acuerdos que significan compromiso, renuncia, generosidad, comprensión, o nos quedamos estancados y retrocedemos en una lucha fratricida entre nosotros mismos.
Una nueva Superintendencia y Agencia de la Calidad de la Educación
Esta nueva Ley de Aseguramiento de la Calidad de la Educación crea dos instituciones que apuntan al corazón de la calidad del sistema educacional: la Superintendencia y la Agencia de Calidad de la Educación. Con ello damos un paso grande, firme en la dirección correcta, que nos va a permitir mejorar la calidad, la transparencia y la rendición de cuentas de todos los establecimientos escolares que reciben subvenciones del Estado que acogen a más del 93 por ciento del total de los estudiantes.
La Superintendencia de Educación Escolar va a contar con 460 funcionarios a lo largo y ancho del territorio de nuestro país y con un presupuesto inicial de 13 mil millones de pesos. Su labor esencial es fiscalizar el cumplimiento de los requisitos de infraestructura, equipamiento, contenidos, curriculum y personal de los establecimientos educacionales que deseen obtener o mantener el reconocimiento oficial y el derecho a recibir una subvención educacional. También esta Superintendencia estará a cargo de auditar la rendición anual de cuentas que, a partir de esta ley, deberán realizar todos los establecimientos educacionales que reciban subvención estatal. Recibirá también las denuncias y los reclamos de la comunidad escolar y tendrá facultades para aplicar sanciones cuando ellas correspondan.
La Agencia de Calidad de la Educación va a jugar también un rol central. Hasta hoy día, un establecimiento educacional sólo era evaluado a través de los resultados que obtenían sus alumnos en las pruebas Simce y en la PSU. Con esta nueva agencia vamos a tener una institución con un doble rol: ayudar a mejorar la calidad, pero también evaluar en los hechos que las intenciones se transformen en realidades. Los establecimientos educacionales contarán con una institución de apoyo, integrada por expertos en materia de procesos educativos, pedagógicos, que van a realizar evaluaciones permanentes en los establecimientos, para detectar a tiempo las falencias y también para establecer a tiempo las soluciones, antes que sea demasiado tarde. Y recordemos que, cuando llegamos tarde, estamos condenando a una generación de nuestros niños y jóvenes a vivir en este mundo de la sociedad del conocimiento y la información con los ojos vendados.
Además, esta agencia va a establecer parámetros objetivos de evaluación de los establecimientos educacionales a través de la prueba Simce, que va a aumentar en frecuencia y que va a cubrir nuevos campos, como el idioma inglés, las tecnologías de la información y la Educación Física. También va a medir otros indicadores, como las tasas de deserción en las distintas escuelas y colegios, las tasas de repitencia, el número de alumnos que logra ingresar a la educación superior, de forma tal de tener una visión y una medición más completa y más integral de la calidad de la educación que imparten los establecimientos escolares.
Todo esto va a ser debida y oportunamente informado a los padres, porque nosotros creemos que la principal responsabilidad en la educación de los hijos recae en sus padres. Y para que ellos puedan ejercer esa responsabilidad, requieren tener información veraz, oportuna y completa, que les permita tomar decisiones fundadas y más libres.
La agencia va a establecer estándares mínimos de calidad y de aprendizaje, que tendrán que ser alcanzados por todos los establecimientos educacionales reconocidos oficialmente por el Estado, y los que no logren alcanzarlos van a perder el reconocimiento oficial y el derecho a obtener subvenciones. Para nosotros es más importante la calidad de la educación que reciben los niños que la estabilidad de un emprendimiento o de un establecimiento educacional. No vamos a permitir ni a tolerar que malos establecimientos educacionales condenen a una generación tras otra de nuestros niños y jóvenes a vivir sin la educación de calidad que ellos requieren.
Esta agencia va a contar con 362 funcionarios y un presupuesto inicial de 19 mil millones de pesos.
Una reflexión sobre las manifestaciones de las últimas semanas
Enseguida, quiero hacer un balance de lo que han significado estas nueve semanas, desde el 1 de junio hasta hoy, en materia de movilizaciones, tomas y protestas.
Partamos por lo positivo. Estas manifestaciones lograron poner en el centro del debate nacional un tema esencial, que es la calidad y la equidad de la educación y el acceso y el financiamiento adecuado para ella para todos nuestros niños y jóvenes. Y eso ha sido un aporte gigantesco que apreciamos y valoramos. Este mensaje que han logrado enviar nuestros estudiantes ha caído en terreno muy fértil y muy fecundo porque estoy seguro que es compartido por la inmensa mayoría de las chilenas y chilenos. Y no solamente ha sido escuchado por el Gobierno, es también total y absolutamente compartido por él.
La otra cara de estas nueve semanas han sido las consecuencias negativas de seis manifestaciones y múltiples protestas y tomas. Hemos tenido que lamentar muchos daños y mucho sufrimiento: mil 914 detenidos, 260 carabineros lesionados, algunos de gravedad, 36 civiles lesionados, algunos también de gravedad, particularmente los que han padecido quemaduras. Además, han habido 130 incidentes violentos, como barricadas o agresiones, un daño gigantesco y millonario a la propiedad de los establecimientos educacionales, tanto a los inmuebles como al equipamiento, un daño millonario a la propiedad pública, que nos pertenece a todos los chilenos y que, cuando tiene que ser repuesta, la pagamos todos, y un daño gigantesco a la propiedad privada. Este último comprende no solamente las destrucciones que vemos en las pantallas de la televisión, sino también una pérdida de cerca del 25 por ciento en el valor de las ventas de los establecimientos comerciales cercanos a las zonas de las manifestaciones, y una pérdida, estimada por los propios damnificados, de cerca de un 30 por ciento en el valor de sus propiedades. 275 mil alumnos, niños y niñas chilenas, están sin clases y con un grave riesgo de perder el año escolar. 66 millones de horas de clases se han perdido hasta ahora.
Por lo tanto, quedémonos con el buen mensaje y tratemos de hacer lo que esté a nuestro alcance para evitar los enormes perjuicios que estas manifestaciones están significando.
Convicciones, compromisos y principios del Gobierno en educación
Ahora bien, ¿cuáles son las convicciones, los compromisos, las prioridades y los principios de nuestro
Gobierno en educación?
Estamos totalmente convencidos de la importancia de la educación. Esto no solamente es de sentido común, sino que, además, ha sido demostrado por todos los estudios que se han hecho para cuantificar y evaluar la relevancia de la educación para una sociedad como la nuestra, que aspira a superar el subdesarrollo y la pobreza. La educación no solamente es un medio para obtener conocimientos, habilidades, destrezas y capacidades; también es un fin en sí misma, porque permite una mejor y mayor realización de las personas, un mejor acceso a la cultura y, en último término, un mayor desarrollo espiritual. La educación es el principal instrumento con que cuenta la sociedad chilena para lograr mayor igualdad de oportunidades y movilidad social, para facilitar y promover el desarrollo integral de las personas, tanto en lo material como en lo espiritual, lograr el desarrollo del país y lograr también una sociedad con una convivencia y una democracia de mayor calidad. Lo que tenemos que hacer ahora, por lo tanto, es seguir avanzando para tomar las medidas necesarias, que complementen las que ya se adoptaron en los gobiernos anteriores, para dar a la educación el lugar que le corresponde en la sociedad chilena.
¿Cuáles son nuestros compromisos?
En primer lugar, mejorar la calidad de la educación en todos los niveles. Por eso hemos planteado la necesidad de consagrar en nuestra Constitución este compromiso, no solamente con el derecho a la educación, sino con el derecho a una educación de calidad para todos nuestros niños, niñas y jóvenes.
Segundo, aumentar no solamente la calidad de la educación, sino también la cobertura, particularmente en la educación preescolar, donde tenemos grandes déficits. Y quiero recordar que cuando llegamos tarde con la educación de los niños, muchas veces los efectos de un hogar que no tuvo las capacidades para motivarlos y estimularlos psicológica e intelectualmente son simplemente irreversibles.
También tenemos que seguir incrementando la cobertura en la educación superior. Hemos alcanzado ya más de un millón de estudiantes en ese nivel. El 70 por ciento de ellos son la primera generación que accede a él, lo cual refleja el potencial de movilidad social que significa. Nuestra meta es seguir avanzando, y esperamos terminar nuestro Gobierno con una cifra superior al millón 200 mil estudiantes en la educación superior, tanto universitaria como técnico-profesional.
Además de la cobertura y la calidad, tenemos que enfrentar con mucha fuerza y decisión el tema del financiamiento justo y adecuado de la educación, particularmente de la educación superior. Hemos hecho un esfuerzo muy grande respecto al financiamiento de la educación escolar. Nuestra meta es duplicar el monto de la subvención escolar durante esta década. Y, de hecho, este proceso, que se inició en los gobiernos anteriores, no solamente lo vamos a continuar, sino a acelerar, básicamente privilegiando a los más vulnerables a través de la Subvención Escolar Preferencial, pero extendiéndola no solamente al 40 por ciento más vulnerable, sino también a nuestra clase media.
Por otra parte, estamos plenamente conscientes que el sueño de la educación superior, que tienen los padres para sus hijos, no se puede transformar en una verdadera pesadilla por el endeudamiento excesivo que ella muchas veces significa, y que tampoco podemos cargar en exceso la mochila de nuestros profesionales al egresar con la deuda que han acumulado durante su periodo de educación. El compromiso ya adquirido de nuestro Gobierno es que los jóvenes del 40 por ciento más vulnerable, que tengan mérito académico, tendrán acceso a becas y, por tanto, a la educación superior independientemente de su situación socioeconómica. Pero evidentemente queremos seguir avanzando. Por eso hemos propuesto un grupo de trabajo para que reestructure el sistema de financiamiento, que apunte a la unificación, a un sistema único que integre becas con préstamos, para facilitar a todos los estudiantes chilenos el acceso a la educación superior.
Todos quisiéramos que la educación, la salud y muchas cosas más fueran gratis para todos. Pero yo quiero recordar que, al fin y al cabo, nada es gratis en esta vida; alguien lo tiene que pagar. Si diéramos educación gratuita al 10 por ciento más favorecido de nuestra sociedad, lo que estaríamos haciendo es que el total de la sociedad, incluyendo los más pobres, estaría financiando con sus impuestos la educación de los más afortunados. Y, por tanto, en esto yo quiero hacer un llamado a alejarnos de las consignas y entrar al fondo del problema. Nuestro Gobierno ya se comprometió con educación superior gratuita para el 40 por ciento más vulnerable de la sociedad, y vamos a seguir expandiendo ese compromiso hacia la clase media. Pero, cuando se gastan recursos públicos que le pertenecen a todos los chilenos, tenemos que tener plena conciencia de a quién estamos favoreciendo y privilegiar siempre a los más vulnerables y a la clase media de nuestro país.
Hemos avanzado también con dos proyectos de ley que vamos a presentar en los próximos días. El primero permite reprogramar sus deudas a los 110 mil estudiantes que están en mora con el Fondo Solidario de Crédito Universitario. El otro va a reformular el Crédito con Aval del Estado y a reducir su costo para los egresados, que hoy muchas veces es excesivo. Pensamos que aquí puede haber un alivio muy significativo, a través de una disminución de la tasa de interés, mayor competencia de las instituciones y también mayor aporte del Estado.
Por otra parte, queremos fortalecer los mecanismos de fiscalización y para eso vamos a crear la Superintendencia de Educación Superior, que va a ser parte de la Superintendencia que crea esta ley. Tendrá una rama para la educación escolar y otra rama para la educación superior, de forma tal de garantizar el cumplimiento de las normas y fiscalizar el buen uso de los recursos públicos en ambas.
Un sistema de admisión a la educación superior más equitativo es parte de nuestro plan de Gobierno. Queremos buscar nuevos mecanismos que consideren también las notas, los rankings de la educación escolar, tal vez pruebas que sean uniformes a lo largo y ancho de nuestro país, y no solamente la PSU, que a veces no mide correctamente, o puede tener variabilidades muy importantes.
Por supuesto que queremos también la participación estudiantil, pero cada grupo y cada estamento tiene sus propias responsabilidades. Y, por lo tanto, queremos promoverla, pero sin comprometer la calidad de la educación en los distintos niveles en que ella se otorga.
Por otra parte, nuestro compromiso con la educación pública, en todos los niveles, preescolar, escolar y superior, es fuerte y claro, porque, como Estado, tenemos una responsabilidad especial con la calidad de la educación pública. Mejorar la calidad, la gestión de todos los establecimientos de educación pública, en todos los niveles, constituye, sin duda, una prioridad muy especial. Y por eso estamos trabajando en un nuevo mecanismo, que contemple opciones distintas de los municipios para asumir la responsabilidad de los colegios públicos, de forma tal que todos aquellos municipios que no han logrado entregar una educación de calidad puedan optar por estos nuevos mecanismos. Eso es lo que se llama la desmunicipalización, que -quiero dejar en claro- será para aquellos municipios que no han logrado los niveles de calidad que se requieren, porque hay algunos que han realizado en esto una tarea muy eficaz. Y no vemos razón para cambiar lo que está funcionando bien, pero vemos todas las razones del mundo para cambiar lo que está funcionando mal.
También queremos perfeccionar y modernizar la carrera docente, para crear más incentivos, mejor capacitación y un mecanismo que alinee definitivamente los intereses e incentivos de los profesores con los intereses e incentivos de los estudiantes y de la sociedad.
Otro compromiso es fortalecer la educación técnico-profesional, tanto a nivel escolar, donde casi el 40% de los alumnos egresa de ella, como a nivel de la educación superior. La reconstrucción de los establecimientos educacionales destruidos por el terremoto es otra prioridad. Más de cuatro mil establecimientos, casi uno de cada tres, fueron gravemente dañados o afectados por el terremoto. Cuando se inicie el año escolar 2012, más del 95 por ciento de la reconstrucción o reparación de los establecimientos educacionales va a estar completa.
Quisiéramos todos, y especialmente el ministro de Educación y este Presidente, haber podido reconstruir todo lo que el terremoto dañó en forma instantánea. Pero tengamos conciencia de que no todo en la vida es posible y que a veces pretender lo imposible lo único que hace es postergar lo posible. Hemos hecho un esfuerzo gigantesco en materia de reconstrucción de establecimientos educacionales, y también de hospitales, puentes, puertos, aeropuertos y tantas cosas más. Conversaba hace un tiempo con el Primer Ministro de Japón. Ellos fijaron en 10 años el periodo de reconstrucción de lo dañado por el terremoto que los afectó. Nosotros planteamos una meta más exigente: cuatro años para reconstruir todo aquello que el terremoto y el maremoto habían destruido. Y vamos avanzando a pie firme y vamos a poner una mayor prioridad en el ámbito educacional. Y por eso el ministro sabe que en el presupuesto del año 2012 van a estar los recursos necesarios para completar íntegramente el proceso en el terreno de los establecimientos educacionales, y que vamos a publicar en la página web el cronograma exacto, con fechas de inicio y término de las obras que aún están pendientes.
El tema de la multiculturalidad, reconociendo que en Chile tenemos pueblos originarios, es otra de nuestras prioridades.
Yo le quiero decir a los estudiantes, con la mano en el corazón, que, si reflexionamos con buena voluntad, nos vamos a dar cuenta que son muchas más las coincidencias que las diferencias en materia de educación. Encontrar las diferencias es muy fácil. Basta mantener actitudes maximalistas, extremistas o intransigentes. Lo difícil, pero también lo valioso, es tener el coraje y la voluntad de encontrar las coincidencias. Y son muchas las coincidencias.
Y por eso quisiera recoger el llamado que están haciendo los presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, y también el llamado que hizo ayer la Iglesia Católica, a buscar de una vez por todas el diálogo fértil y fecundo, que es el único que nos va a permitir avanzar de verdad en mejorar la calidad, la equidad y el financiamiento de la educación, que son las grandes prioridades de nuestros estudiantes.
Nuestros principios en materia de educación
Quisiera terminar señalando que aquí hay también principios en juego, y es bueno preguntarse cuáles son esos principios. Y quiero decirlo con toda claridad: nosotros creemos firmemente en la libertad de enseñanza, que requiere que puedan coexistir distintas propuestas, distintos modelos en materia de educación.
Creemos firmemente en el derecho de los padres de elegir la educación de sus hijos. Y para eso se requiere diversidad, de forma tal que ese derecho sea eficaz.
Creemos en una sociedad docente, en que tanto el sector público como el sector privado colaboran para ofrecer distintas opciones, porque de esa manera vamos a estar garantizando una verdadera libertad de enseñanza.
Y creemos firmemente en el principio de igualdad de oportunidades, particularmente en una sociedad con las tremendas, injustas e inaceptables desigualdades que afectan a la nuestra.
Esos son cuatro principios que están profundamente recogidos en las propuestas que hemos hecho como Gobierno, tanto en el Gran Acuerdo Nacional para la Educación, como en la que dio a conocer días atrás el ministro de Educación.
Por último, quiero llamar a los padres y apoderados, a los profesores, a los rectores de universidades, a los alcaldes y, por supuesto, a los estudiantes, después de estas nueve semanas en que el mensaje caló profundamente en el alma nacional, a pasar de la intransigencia al diálogo, del enfrentamiento a los acuerdos y de los diagnósticos a las soluciones. Y estoy seguro que con esto interpreto a la inmensa mayoría de los chilenos, que quiere vivir y progresar en paz.
Muchas gracias.