LEY DE TOLERANCIA CERO AL ALCOHOL

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LEY DE TOLERANCIA CERO AL ALCOHOL

15 de Marzo de 2013

Discurso de S.E. el Presidente de la República, Sebastián Piñera, al dar a conocer los resultados del primer año de vigencia de la Ley de Tolerancia Cero al Alcohol

Santiago, 15 de marzo de 2013

Las políticas públicas tienen un solo norte y un solo objetivo, que es buscar el bien común y mejorar la calidad de vida de todos y cada uno de los chilenos, pero especialmente  de los que más lo necesitan.

Y esto no se reduce al ámbito económico-social. También hay otros campos en que se necesitan buenas políticas públicas para que los chilenos puedan tener una vida más plena y más feliz. Durante mucho tiempo, en nuestro país las políticas públicas estaban orientadas a los temas tradicionales: empleo, salario, pobreza. Pero habíamos descuidado otros temas, que también pueden afectar, y muy severamente, la calidad de vida de las personas, e incluso pueden atentar contra su propia vida. Y yo creo que esta Ley de Tolerancia Cero al Alcohol se enmarca dentro de ese segundo grupo o familia de políticas.

Hoy día celebramos un año desde que entró en vigencia esta ley. Y aprovecho de agradecer a los parlamentarios, diputados y senadores, que no solamente aprobaron la ley, sino que también contribuyeron a mejorarla. De eso se trata el proceso legislativo. No es una guerra frontal entre el Gobierno y el Parlamento. Debemos verlo mucho más como una alianza para mejorar la calidad de vida a través de buenas leyes.

El sentido de esta ley

Esta ley responde, en primer lugar, a un respeto profundo por la vida de las personas, que es un sello que, yo sé, está muy profundamente arraigado en el alma de nuestro país y muy profundamente arraigado en el espíritu de este  Gobierno y de este  Presidente. Queríamos crear una verdadera cultura en favor de una vida más sana, más plena y más feliz.

Todos los años nos preguntábamos  por qué Chile seguía tolerando, a veces con cierta indiferencia, el hecho que más de 200 personas perdieran la vida todos los años por accidentes de tránsito provocados por conductores bajo los efectos  del alcohol, esos conductores que transformaban a sus vehículos en verdaderas máquinas de muerte. La sociedad chilena no había hecho todo lo que podía para evitarlo. Y nos dimos cuenta que, a pesar de muchas campañas publicitarias y de muchos esfuerzos, había que tomar una medida más eficaz y, al mismo tiempo, más audaz, porque se trataba precisamente de salvar vidas.

Y  por eso nos propusimos modificar la normativa para hacerla más estricta y, al mismo tiempo, más eficaz, sabiendo que eso iba a generar polémica. Pero estábamos seguros que era absolutamente necesario y que valía la pena enfrentar esa polémica, porque sabíamos que esta política iba a ser eficaz, como lo ha demostrado, y nos iba a permitir salvar muchas vidas inocentes.

En la Estrategia Nacional de Drogas y Alcohol, que cubría el período 2011-2014, nos pusimos metas ambiciosas para reducir significativamente los accidentes, las pérdidas de vidas y los lesionados, muchas veces con daños permanentes, que provocaban estos accidentes causados por conductores bajo los efectos del alcohol. De hecho, la meta era disminuir estos accidentes en un 20 por ciento. Y tenemos la satisfacción de poder decir que se han reducido ya en un 27 por ciento. Y estoy seguro que esta tendencia va a continuar. Sabemos también que el número de personas lesionadas disminuyó en un 28 por ciento, y que el año pasado tuvimos la cifra de accidentes de tránsito más baja de los últimos 11 años. Pero la verdad es que, si lo medimos correctamente, es la cifra más baja de la historia, porque hay que hacerlo en relación al número de automóviles existentes. Y medido así, es efectivamente la cifra más baja de nuestra historia.

Y, por tanto, hoy día subirse a un vehículo o caminar por la calle, en términos porcentuales, como debe medirse, es más seguro que nunca antes en nuestra historia. Gracias a esta ley, 57 personas, que de otra forma habrían muerto producto de accidentes de tránsito generados por conductores bajo los efectos del alcohol, salvaron sus vidas y están hoy día entre nosotros.

Pero hay otras buenas noticias también, porque sentimos que no solamente estamos siendo más eficaces en salvar vidas, sino que también estamos siendo mucho más eficaces en cambiar la cultura de nuestro país; en cambiar ciertos hábitos que creemos que el Estado debe tener la motivación y la voluntad de intentar modificar.

Cada veinte automovilistas fiscalizados durante el año 2012, diecinueve habían respetado esta ley, que dice algo muy simple: “si toma, no conduzca; si conduce, no tome”. No prohíbe conducir ni tomar; solamente prohíbe hacer las dos cosas simultáneamente. Porque eso compromete no solamente su libertad, compromete la libertad de otros, partiendo por esas 57 personas que habrían muerto y se han salvado, en parte, gracias a esta legislación.

Y por eso el trabajo coordinado, en primer lugar con el Congreso, y después con Senda, con el Ministerio de Transportes, con Conaset, con el Ministerio Público, con Carabineros y también con una participación y una aprobación muy fuerte y muy comprometida de la ciudadanía, está dando los frutos fecundos, que fueron los que motivaron esta iniciativa.

Lo que se hizo fue volver más estricta la ley, disminuyendo los máximos de alcohol permitidos en la sangre, tanto para lo que se define como estado de ebriedad, como para lo que se entiende como conducción bajo los efectos del alcohol. Y, al mismo tiempo, se aumentaron las penas; como decía uno de los spots publicitarios, aumentar las penas para disminuir el dolor. Yo estoy seguro que todas las madres y todos los padres de nuestro país, cuando vieron ese spot, sintieron que ellos también habían pasado muchas veces noches en vela, temiendo que algo así les pudiera ocurrir. Con cada llamado a medianoche, uno siempre pensaba que algo le podía haber ocurrido a un hijo o a un ser querido.

Una ley que protege la libertad

En esto queremos ser muy claros. El objetivo no es prohibir por prohibir, el objetivo no es invadir el ámbito de las libertades humanas. Todo lo contrario, lo que estamos buscando es ampliar los ámbitos de libertad. Yo siento que a eso apunta la Ley de Tolerancia Cero, a eso apunta la nueva ley que restringe el consumo de tabaco, a eso apunta el proyecto de ley de etiquetado de alimentos. Lo que buscan, en esencia, es ampliar los ámbitos de libertad desde dos puntos de vista.

Por una parte, reconoce que los ciudadanos somos más libres cuando tenemos más y mejor información, cuando podemos evaluar las consecuencias de nuestras decisiones. Y somos menos libres cuando esa información no está disponible o nos es negada, porque entonces nuestras decisiones son menos informadas, menos racionales. Ese es un primer aspecto.

El segundo aspecto es que la libertad de una persona tiene como límite la libertad de las demás.

Por eso, con esta Ley de Tolerancia Cero por supuesto que estamos restringiendo la libertad teórica de una persona para conducir bajo los efectos del alcohol. Pero lo estamos haciendo para respetar la libertad de otras personas para poder seguir viviendo o seguir caminando y utilizando la vía pública, sin el riesgo que significan esas verdaderas máquinas de muerte, que son los vehículos conducidos por personas bajo los efectos del alcohol.  A lo mismo apunta la Ley de Tabaco: a proteger la libertad de aquellos que no quieren fumar, ni activa ni pasivamente. Y esa libertad y esos derechos no estaban suficientemente protegidos en nuestro país. A lo mismo apunta la ley de etiquetado de alimentos. A que la gente sepa qué contenido tienen los alimentos que está ingiriendo, y especialmente de ciertas sustancias como azúcares, sales y grasas saturadas, que está demostrado que pueden constituir un grave peligro para la salud.

Por eso veo detrás de esto un compromiso con la libertad y no, como he leído a algunos críticos, un afán de restringir las libertades. Estamos protegiendo y ampliando las libertades, pero de todos y cada uno de los ciudadanos, y no solamente de aquellos que muchas veces por ejercer su propia libertad, atentan, sin consideración alguna, contra la libertad de los demás.

Pero además de la reforma legal, estamos también desarrollando campañas comunicacionales mucho más directas, que lleguen con el mensaje profundamente, porque cambiar los hábitos no es una tarea fácil. Se requiere que la gente sienta y comprenda profundamente el significado y el objetivo de las campañas. Y a eso han apuntado esas campañas, algunas de las cuales hemos podido ver hoy día. No a algo que pase inadvertido, sino a algo que golpee y haga reflexionar; que busque cambios en las conductas y los hábitos.

Afortunadamente, gracias al buen trabajo de muchas instituciones -y quiero destacar en esto, sin duda, a las instituciones que están directamente involucradas-, hemos logrado realizar durante el año 2012 más de 130 mil fiscalizaciones, efectuadas por Carabineros de Chile, con la activa colaboración de Senda. Además, en estas fiscalizaciones no solamente notamos un progreso en los números, sino también una conciencia mucho mayor de las personas del significado y el objetivo que esta campaña busca.

Y por eso, reconociendo que aún nos queda un largo camino por recorrer, yo siento que esto es parte de una buena política pública, de la responsabilidad de un buen Gobierno de intentar, sin afectar o afectando lo menos posible las libertades, cambiar la cultura en nuestro país en consideración a las libertades de todos.

A eso apuntan las leyes que acabamos de mencionar. A eso apunta la campaña Elige Vivir Sano, a eso apunta la campaña que vamos a lanzar en los próximos días, que es Elige Vivir Seguro, para evitar tener que convivir con estos dramas que se producen con cierta frecuencia: incendios en que mueren muchas personas inocentes, cuando muchos de esos accidentes o tragedias pudieron haberse evitado con una campaña de educación para elegir vivir más seguro dentro de los hogares.

Y por esa razón, tal vez la mejor recompensa que tenemos los chilenos y que tiene el Gobierno es saber que gracias a esta decisión, que fue polémica, que fue difícil, que tuvo mucha oposición, pero que también tuvo muchos y muy buenos defensores, a muchos de los cuales estoy viendo hoy esta mañana, aquí en la Moneda, hemos logrado salvar 57 vidas que de otra forma se habrían perdido.

Buenas noticias

Quisiera también destacar otro elemento que produce alegría. Hace un tiempo supimos que Chile había sido seleccionado por una prestigiosa revista, The Economist, como el mejor país para nacer en América Latina. Me pareció una de las distinciones más motivantes, más trascendentes.  Ayer supimos otra muy buena noticia: que Chile ha logrado seguir progresando y a pie firme en el Índice de Desarrollo Humano, que elabora y publica Naciones Unidas. Estamos en el primer lugar de América Latina, estamos progresando, hemos ganado cuatro lugares, y ya estamos empezando a superar a muchos países de mayor nivel de desarrollo económico que el nuestro, incluyendo a varios países miembros de la OCDE y a países de Europa o de los grupos de países más ricos del mundo.

Por eso siento que cuando uno analiza las políticas públicas, no tiene que mirarlas con esas anteojeras  que llevan a pensar que ellas solamente pueden tocar elementos  tradicionales, sino comprender que toda política pública debe buscar ampliar las libertades, ampliar la igualdad de oportunidades, pero también buscar la eficacia para crear mejores hábitos y crear una mejor cultura en nuestro país.

Quiero terminar estas palabras agradeciendo a muchos y a muchas. Por de pronto, a los parlamentarios que nos ayudaron a aprobar esta ley; a Carabineros de Chile; a Francisca Yáñez, directora de Conaset; también por supuesto a la directora de Senda; Francisca Florenzano, al Ministerio de Transportes; al Ministerio Público y, por sobre todo, a los chilenos y chilenas que han demostrado, en mi opinión, una profunda sabiduría, porque han entendido y comprendido muy bien el sentido último de estas iniciativas, que apuntan a una sola cosa: un país más sano, un país más seguro, un país más feliz.

Muchas gracias.