Por Alejandro Martini
La reciente visita del ex Presidente Sebastián Piñera a la región de La Araucanía no me resultó indiferente. Desde un principio consideré interesante que viniera, pero lo fue aún más cuando pude constatar la manera cómo asumió este viaje.
Es imposible no recordar la visita de la Presidenta Michelle Bachelet a fines de diciembre del año pasado, marcada por el secretismo, un aparataje policial enorme, artimañas con los invitados a la reunión que sostuvo en la Intendencia y un largo etc. que es preferible omitir para evitar la misma decepción que nos dejó su infructífero paso por la IX Región. Todo lo contrario del ex Mandatario, cuya visita fue sin misterios, sin un gran contingente de seguridad que los resguardara y recorriendo las calles de Temuco como un ciudadano más. Y esa disposición y valentía se valoran. No basta, pero es valorable.
Tuve la posibilidad, en representación de Paz en La Araucanía y junto a agrupaciones de víctimas de la violencia rural, de reunirme en la capital regional con el ex Presidente Piñera, quien nos escuchó atentamente, tomó nota de nuestros planteamientos y preocupaciones y luego compartió sus puntos de vista en cuanto a lo que acontece en el sur del país.
Fue un diálogo franco y directo. Eso también se valora y se agradece, fundamentalmente porque reconozco que he sido crítico de la gestión de su gobierno en relación a los problemas que afectan a la IX Región. En aquella oportunidad no se hizo mucho, sobre todo considerando las expectativas que muchos teníamos. Tal vez el hecho mismo de que la derecha volviera a La Moneda incitó a los violentistas -siempre azuzados por organismos y activistas de izquierda que además los justifican y aplauden- a incrementar el número de atentados y la intensidad de estos, al extremo de una brutalidad gigantesca como el caso de los Luchsinger-Mackay, quemados vivos de una manera cobarde e inmisericorde.
Sin embargo, sean cuales sean las razones exactas que gatillaron el aumento de aquella violencia, debo reconocer que esta visita del ex Mandatario me dejó una sensación distinta, me atrevería a decir que optimista. Quizá sea el inicio de algo significativo para La Araucanía. Quién sabe si Dios y los chilenos le dan a Sebastián Piñera una nueva oportunidad de gobernar el país las cosas en La Araucanía finalmente cambien y mejoren, para todos y cada uno de sus habitantes que anhelan y piden la erradicación definitiva de la violencia y los atentados, del terrorismo en particular. Principalmente porque la región, sobre todo su gente, no merece que nos dejen al olvido. Ya no podemos seguir esperando. Y creo que el ex Mandatario -ojalá no me equivoque- lo entendió perfectamente.
Publicado en El Líbero
Foto de La Tercera