"No me van a sacar de mi posición: voy a tomar una decisión en marzo", asegura el ex Mandatario. En el intertanto, se apronta a volver a recorrer el país para "escuchar a la gente" y un equipo de 400 profesionales trabaja elaborando una propuesta programática para Chile Vamos.
"Presidente, yo rezo por usted todas las noches", le dice una mujer evangélica de mediana edad que se acerca a abrazarlo. Antes se ha sacado selfies, respondido el saludo de los transeúntes y hasta conversado en francés con dos haitianos sentados en una banca, en la vereda de Apoquindo. Todo, en menos de 15 minutos. El ex Presidente Sebastián Piñera insiste en que no ha decidido nada, pero la breve sesión de fotos en la calle deja claro que la gente ya lo percibe como candidato. Y él no parece molesto.
Reconoce que el domingo, al irse informando de los resultados de la elección de alcaldes, se acordó de 2008. Aquella vez, la centroderecha logró triunfos municipales que terminaron anticipando su propia victoria en la presidencial del año siguiente. Ahora también se involucró en la campaña de los postulantes de Chile Vamos, recorriendo comunas y hasta realizando su propio carpool karaoke con candidatos del sector, en videos luego viralizados. Además, llegaron hasta su oficina expertos electorales de todo el espectro que le dieron sus pronósticos... "Tengo que llamarlos para que mejoren sus metodologías y puntería", acota. En el balance, no para de enumerar municipios obtenidos por la derecha, pero finalmente recurre a otro indicador: "Basta ver la cara de los protagonistas la noche del domingo para saber quién ganó y quién perdió. Y todo lo demás es música, como dice el ministro 'Peta' Fernández".
Piñera asegura que en el resultado había mucho de anticipable, que algo percibía al recorrer el país y participar en las campañas de los alcaldes. Pero, además, "cuando el 80 por ciento de los chilenos está hasta la coronilla con el actual gobierno, de alguna manera Chile Vamos, que es la principal y quizás única opción a la Nueva Mayoría, tenía que cosechar". Por lo mismo, insiste en que su sector no puede quedarse en la autocomplacencia. "Es muy importante mantener tres cosas de aquí en adelante. En primer lugar, realismo. Este fue un gran primer paso hacia los desafíos que tendremos el próximo año con las elecciones parlamentarias y presidenciales, que van a ser decisivas para que Chile tenga un gran cambio, un gran salto hacia el progreso y el desarrollo, y salga de este empantanamiento, que ha generado tanta frustración, desesperanza y pesimismo. Lo segundo, mantener la humildad para escuchar a la gente con respeto. Y, finalmente, fortalecer la unidad, porque la centroderecha muchas veces ha tenido un talón de Aquiles en las divisiones internas, que han conducido a nuestras grandes derrotas".
"El desafío que tiene Chile Vamos -continúa- es doble. Hoy día me llegó un informe (lo busca entre sus papeles y lo ojea) que simula qué pasaría con la elección de senadores si se repitiera la misma votación que se obtuvo en concejales y la verdad es que si bien dimos un gran paso el domingo pasado, esto nos lleva a una minoría en ambas cámaras. Y, en consecuencia, hay que trabajar bien para tener un buen resultado, porque es muy difícil -nosotros ya lo experimentamos una vez- gobernar con minoría".
-Si está elección reflejó que el 80% está "hasta la coronilla" con el Gobierno, ¿fue un triunfo de Chile Vamos o más bien una derrota de la Nueva Mayoría?
-Siempre hay algo de ambas. Por supuesto, que el mal gobierno que está haciendo la Nueva Mayoría fue determinante, pero también es gran mérito de Chile Vamos, que logró enfrentar esta elección con una actitud de unidad, de lealtad, de generosidad, muy distinta de lo que hemos conocido en el pasado, y con una visión de futuro, con una mística y entusiasmo que a mí me llenó de alegría.
-Pero también la centroderecha perdió votos, solo que menos que la Nueva Mayoría.
-Es cierto, pero también es verdad que aumentó la abstención a un 65%. Ahora, la Nueva Mayoría por supuesto que tuvo un mal resultado y aquí coincido con lo que han dicho muchos de sus principales líderes, como los dirigentes DC. La verdad es que la Nueva Mayoría obtuvo el peor resultado de su historia en votos y número de alcaldes. La clase media está abandonando a la Nueva Mayoría y eso se expresa en los resultados de Puente Alto, La Florida, Ñuñoa, Maipú. E incluso perdió en lugares donde tenía una especie de monopolio electoral, como Talcahuano, Calama, Punta Arenas y San Miguel.
-¿Y por qué le fue tan mal al oficialismo? ¿Es la Presidenta la responsable?
-El mal gobierno que ha hecho la Nueva Mayoría es el principal responsable de esta derrota y por supuesto que quien tiene más responsabilidad, porque tiene más poder y más atribuciones en un sistema presidencialista, es el o la Presidenta de la República. Ahora, yo creo que el gobierno de la Nueva Mayoría ha sido un muy mal gobierno por muchas razones. En primer lugar, porque los resultados han sido pobres y malos, hemos tenido retrocesos en materia de crecimiento, empleo, salarios, productividad, oportunidades. Hemos tenido retrocesos en seguridad ciudadana, en calidad de la salud y de la educación; incluso nuestra capacidad para derrotar la pobreza se debilitó sustancialmente. Hemos tenido retrocesos en temas como la confianza en el futuro, el optimismo con que enfrentamos los desafíos.
"Pero además de los malos resultados es bueno saber escuchar la voz de la gente. Cuando en forma sistemática el 71% de los chilenos cree que Chile va por mal camino, un 80% cree que Chile está estancado o retrocediendo, y una inmensa mayoría se opone a las principales reformas del Gobierno, uno tiene que preguntarse por qué la Nueva Mayoría nos ha llevado a sufrir estos tremendos retrocesos y hoy Chile está peor que como estaba cuando comenzó el gobierno".
-¿A qué se debe, cree usted?
-Se partió de un diagnóstico equivocado: la cultura de la retroexcavadora, que no es lo que Chile quiere y necesita. Segundo, está aplicando una ideología fracasada, que es pensar que el Estado tiene que hegemonizar todos los ámbitos de la actividad humana. Tercero, malas políticas públicas, mal diseñadas y mal implementadas. Y fíjese que los más críticos de las principales reformas de este gobierno son ex ministros de la Concertación, como Mariana Aylwin, José Joaquín Brunner. Lo lógico y más honesto sería escuchar este mensaje y corregir. De hecho, yo tenía mucha esperanza de que el Gobierno iba a rectificar, y la perdí... perdí mi esperanza en este gobierno, si bien mantengo plena mi fe en Chile y su futuro. Pero, ¿qué hace el Gobierno? En lugar de rectificarse, insiste, con una porfía que ya raya la contumacia, en el mismo camino que los chilenos rechazan.
-¿Y cuál es la explicación, cree usted?
-La única explicación posible es que la decisión de seguir por este camino es la voluntad de la Presidenta, que dice que algún día los chilenos van a salir de su error y se van a dar cuenta de que lo que estamos haciendo es bueno. Esa tesis es imposible de rebatir porque no dice ni cuándo ni cómo: este es un gobierno no se fija metas.
-¿Qué le han parecido las reacciones de la Presidenta y del Gobierno esta semana?
-Las reacciones del Gobierno, de los ministros, siguen la línea que establece la Presidenta, y yo creo que es no querer ver la realidad, no querer reconocer lo que está pasando, no querer escuchar el mensaje potente que los chilenos le enviaron a través de las encuestas y de la elección municipal.
-En 2012 a usted también le tocó enfrentar un resultado municipal adverso. ¿Qué comparación hace?
-Me acordé mucho de ese domingo de noviembre de 2012. Nosotros no teníamos escenario ni botellas de champagne ni nada por el estilo, que entiendo que así ocurrió esta vez, pero me acordé mucho y fíjese que sentí una cierta empatía con la Presidenta Bachelet porque la derrota es muy dura, y en 2012 tuvimos un mal resultado electoral y también en las elecciones presidenciales del año siguiente.
-¿Y se sale adelante con un cambio de gabinete, como pide la Nueva Mayoría?
-Depende. Si cambiamos a un ministro por otro, para que sigan haciendo lo mismo, no pasa nada. Lo que hay que hacer es una cosa mucho más profunda: cambiar el diagnóstico, enterrar la retroexcavadora y volver a una política de mayor diálogo y acuerdos, no insistir en una ideología equivocada.
-¿El resultado obtenido el domingo no aumentó su ánimo por volver a La Moneda?
-No tiene que ver con eso. Yo he dicho, y aunque me lo pregunten un millón de veces no me van a sacar de mi posición, que voy a tomar una decisión en marzo. Previamente voy a hablar y escuchar a mucha gente; voy a hablar con mi familia, que también es un actor importante en esta decisión. Y tiene que ver con muchos factores. Uno, cuál es el proyecto de vida que uno tiene para sí mismo. Y, lo segundo, la situación del país, de la coalición a la que uno pertenece, el sentido de misión, de responsabilidad y de compromiso. Yo pienso que el futuro gobierno va a tener que hacer cambios muy profundos, no retroceder; avanzar pero en la dirección correcta: cambios muy profundos a lo que el gobierno de la Nueva Mayoría llama su obra gruesa. Para eso se requiere convicción, compromiso y unidad. Si uno llegara a la conclusión de que el país no quiere esos cambios, o no está preparado para esos cambios, o que su propia coalición tampoco los quiere, no tiene sentido. Uno lidera un proceso cuando cree que es lo mejor para Chile y, por tanto, es un tema que vamos a evaluar.
"Porque las razones que alguien puede tener para ser candidato son básicamente de dos naturalezas. Por una parte, como un proyecto personal, de vida, que es perfectamente legítimo. Y por otro, por un sentido de responsabilidad con el país, que además de legítimo es muy valioso. En 2009, las dos motivaciones coincidieron. La única razón por la que consideraría ser candidato en 2017 es por la responsabilidad".
-¿Pero por qué esperar hasta marzo? En diciembre sale la próxima encuesta CEP y hay quienes piensan que allí puede quedar definida la carrera presidencial.
-Mucha gente me dice eso, efectivamente. Pero hay que tener en cuenta que a este gobierno todavía le queda casi un tercio de su mandato, hasta marzo de 2018. Las primarias legales son en julio de 2017, el plazo para la inscripción de los candidatos de Chile Vamos a las primarias internas que fijó el comité ejecutivo del bloque vence el 15 de abril. Entonces, ¿qué sentido tiene anticiparse y provocar un clima electoral cuando hay tantos problemas por enfrentar?
-Para las posibilidades de éxito, ¿el candidato de Chile Vamos debe salir de una primaria?
-El sistema de primarias es un muy buen sistema para elegir al candidato presidencial y por muchas razones. Primero, porque permite la participación de la gente en la designación de los candidatos. Segundo, porque permite un candidato de unidad de nuestro sector, y, tercero, porque permite movilizar a nuestros adherentes y simpatizantes, y prepararlos para la elección definitiva, que, sin duda, va a ser una elección difícil como siempre lo han sido para nuestro sector",
"Quien gobierne va a tener una tarea titánica, más difícil que en 2010"
-Si tomara la decisión de competir, ¿por qué volvería a La Moneda? ¿A hacer lo mismo?
-¡Por supuesto que no! ¿Quién puede creer que tiene que hacer lo mismo que hizo antes?
-¿A qué volvería?
-A quien quiera le toque la responsabilidad de gobernar Chile va a tener una tarea titánica, que consiste en recuperar valores y principios básicos, como es el principio de unidad, y no seguir con esta división odiosa que se ha ido instalando en los últimos tiempos; recuperar el valor del diálogo y los acuerdos; recuperar la confianza de los chilenos en ellos mismos y su optimismo en el futuro; recuperar también el orgullo de ser chilenos, que lo hemos ido perdiendo. Pero, además, Chile ha perdido gran parte su capacidad de crecimiento.
-En 2009 Ud. hablaba de que había que despertar y terminar con la "siesta de Chile". ¿Cómo se podría resumir la tarea de un gobierno de centroderecha partir de 2018? ¿Es más difícil que la que se le presentó en marzo de 2010?
-Es más difícil, porque se suman otras dificultades. Por ejemplo, la Nueva Mayoría ya sembró el germen del populismo y la demagogia al proponer cosas como derechos universales que sabe que son imposibles de cumplir, y esa semilla puede causar grandes daños. La Nueva Mayoría contribuyó a hacerles creer a los chilenos que vivimos en una sociedad en que solo existen derechos, pero no responsabilidades. Entonces, hay problemas culturales que también hay que enfrentar.
-Según todas las proyecciones, el próximo gobierno enfrentará un precio del cobre más bajo y finanzas públicas estrechas. ¿Cómo incidirá ello en lo que pueda hacer?
-Esto de echarle la culpa a los demás es un deporte muy antiguo y muy popular, pero que no conduce a ninguna parte. En Chile la caída del precio del cobre ha sido compensada -prácticamente en forma íntegra- por la caída en el precio del petróleo. La caída del precio del cobre perjudicó principalmente al Estado y a las compañías extranjeras, y la caída del precio del petróleo benefició a la gente, pero el Gobierno, con su reforma tributaria, les ha quitado a las personas ese beneficio y lo ha repuesto en las arcas fiscales. Para efectos de Chile, un factor se ha neutralizado con el otro. En consecuencia, seguir culpando al mundo exterior, cuando no hay visos de recuperación fuerte de la economía internacional, es como un marinero que está en altamar y que se echa de espalda para esperar que venga el viento para que le infle las velas. No, un buen marinero sabe que cuando no hay viento hay que tomar los remos.
-Entonces en el próximo gobierno tampoco habrá excusas para volver a una meta de crecimiento de un 5%...
-El próximo gobierno por supuesto que tiene que tener las velas listas y preparadas, pero también va a tener que tomar los remos y hacer buenas políticas públicas y fomentar la innovación, el emprendimiento, el ahorro y la inversión.
-¿Cuándo vendrá el repunte?
-Yo pienso que no va a haber repunte en 2017 y, en gran parte, ese es el costo que va a tener que seguir pagando Chile por los errores de la Nueva Mayoría. Lo que sí creo es que va a haber un repunte más adelante.
"En 2010, después de un estudio profundo, hicimos proyecciones y asumimos compromisos: crecer al 5%, se cumplió; crear un millón de empleos, se cumplió; aumentar salarios en forma muy significativa, se cumplió; reducir las desigualdades, se cumplió; reducir la pobreza a la mitad, se cumplió. En el momento oportuno vamos a tener que hacer nuevamente ese ejercicio para plantearle al país un proyecto de futuro".
-¿Debiera ser una de esas metas también la de proyectarse más allá de un período presidencial?
-Definitivamente. La vez pasada planteamos metas a un plazo de 8 años y dijimos "durante nuestro gobierno vamos a recorrer la mitad del camino; es decir, al 2018 vamos a llegar a la meta". Desgraciadamente, no hubo segundo gobierno, y este, en vez de seguir avanzando por ese camino lo único que ha hecho es retroceder.
"No, no haría todo igual"
-¿Qué debiera hacer un próximo gobierno de centroderecha para que, a su término, los partidos del bloque sean más fuertes y no más débiles, como pasó en 2014?
-Ahí es donde hemos hecho un enorme examen de autocrítica. En primer lugar, es fundamental que una coalición nunca pierda su sentido de misión. Cuando se transforma en una máquina de poder o de empleos públicos y se olvida de su tarea, los gobiernos terminan fracasando y la unidad y la cohesión se dinamita, como está ocurriendo hoy con la Nueva Mayoría. Los gobiernos tratan de proyectarse más allá de un Presidente y, sin duda, quien quiera sea el próximo Presidente, va a tener esa tarea.
-A qué conclusión ha llegado después de esa autocrítica?
-A diferencia de la canción maravillosa de la Edith Piaf, yo sí me arrepiento de muchas cosas. Si volviera a ser Presidente o pudiera retroceder el tiempo a 2010, ¿haría todo igual? No, no haría todo igual.
-¿Qué no haría?
-Muchas cosas no las haría. Pero nuestro gobierno fue sujeto de una crítica tan despiadada, de una oposición que le negó la sal y el agua, y también de fuego amigo, que no me haga ser masoquista y autoflagelante.
-¿Pero va ser un gobierno en que la política tendrá más peso?
-Por supuesto que sí. Y cuidar la relación no solo con los partidos de la coalición, sino también con los partidos de oposición. Es una lección muy importante, porque al fin y al cabo no es cierto que la labor de gobierno y oposición sea luchar hasta destruirse mutuamente; lo lógico sería que ambos aporten desde sus respectivas trincheras.
-Existe el diagnóstico extendido de que un problema de su gobierno fue alentar expectativas demasiado altas, y que ello afectó la valoración de sus logros. ¿Qué debe hacer con las expectativas un próximo gobierno de la centroderecha?
-Efectivamente, porque propusimos metas ambiciosas, se generaron expectativas muy grandes y, si bien los resultados fueron muy buenos, la gente lo evalúa como normal. De hecho, la oferta de la entonces candidata Bachelet era que todo lo bueno iba a seguir igual, pero además todo iba a ser gratis; entonces era una cosa imposible de combatir. Pero yo también digo una cosa: nuestros resultados fueron buenos porque nos fijamos metas muy ambiciosas. En consecuencias, esto va en ambos sentidos. Expectativas altas son riesgosas, porque la gente mide con una vara muy alta, y expectativas bajas también son riesgosas, porque los gobiernos pueden caer en la mediocridad. Ese justo equilibrio no está en ningún manual. Por eso la política es un arte.
-¿Es un desincentivo asumir un país con esta situación económica y el actual estado de las finanzas públicas?
-Sin duda que es una dificultad.
-¿A usted esas dificultades lo entusiasman o lo desaniman?
-Yo en mi vida he sido un luchador, me gusta enfrentar las dificultades. Y, además, tengo una confianza enorme en la capacidad de los chilenos para resolver problemas, para enfrentar adversidades -como el terremoto o a este gobierno- y para desarrollar sus talentos y aprovechar las oportunidades.
-Visto lo que pasó el viernes con Isabel Allende, ¿quién cree que competirá con Ud.? ¿Lagos?
-No lo sé. Tenemos demasiados problemas en nuestro país y en nuestro sector como para, además, estar anticipando cuál va a ser el candidato de la Nueva Mayoría... si es que hay "un" candidato de la Nueva Mayoría.
Responder de inmediato. Esa fue la estrategia delineada por el piñerismo para enfrentar eventuales cuestionamientos por temas como las platas políticas. Una muestra de ello se dio el viernes, cuando el ex Presidente y su hija Magdalena salieron de inmediato a desmentir y rechazar las acusaciones de Marco Enríquez-Ominami sobre supuestas facturas falsas.