Presidente de Chile
La Hora de la Reconstrucción
La búsqueda por reconstruir mejor, fue transversal al trabajo de gran parte de las personas e instituciones involucradas en la reconstrucción. Este objetivo fue visto y propuesto por el Presidente Piñera desde el comienzo de su administración, y así lo trasmitió a ministros, subsecretarios, intendentes y gobernadores. También lo reiteró frente a todos los chilenos en su primer Mensaje a la Nación, el 21 de mayo de 2010: “Y la tarea de reconstruir Chile no tomará días, ni semanas, sino que años. Pero lejos de abatirnos, nos entusiasma, porque nos ofrece una magnífica oportunidad de construir un país mejor”.
De esta forma el gobierno se estableció tres principios respecto de cómo reconstruir mejor. Estos fueron:
- Reconstruir sociedades y no sólo infraestructura. Esto significa que más que sólo reponer lo destrozado, había que orientarse también a restaurar medios de vida, hábitats y vínculos sociales, así como la gobernabilidad y la sostenibilidad de las zonas afectadas.
- Reconstruir como una oportunidad para planificar el futuro, sin por eso desechar el pasado. La reconstrucción debía aprovecharse entonces para corregir factores de vulnerabilidad, para mantener el patrimonio cultural y para planificar considerando los riesgos de futuras catástrofes naturales.
- Reconstruir como un proceso social, que involucra activamente a la comunidad afectada por el desastre y a sus actividades.
Para realizar todo esto, el Presidente y su equipo fijaron un horizonte de cuatro años, de manera que la reconstrucción tuviera un plazo acotado y significara el esfuerzo y la responsabilidad de una sola administración. Para financiar la reconstrucción, como primera medida, el Ministerio de Hacienda dispuso una reasignación presupuestaria de 730 millones de dólares, que significó rebajar gastos en honorarios, viáticos y pago de horas extras. Esta reasignación, que se mantuvo en los años posteriores, permitió obtener cerca de 2.900 millones de dólares entre 2010 y 2013.
El 27 de febrero fue un día extremadamente duro para cientos de miles de chilenos. Pero como toda experiencia dolorosa, también dejó muchas lecciones. Algunos de estos aprendizajes están asociados en la necesidad de prevenir riesgos y evitar –en la medida de lo posible- las víctimas, el dolor y los daños de las catástrofes que vendrán. A partir de esto, el gobierno realizó múltiples mejoras e innovaciones, tanto en la normativa de construcción vigente como en las instituciones encargadas de realizar las alertas o manejar emergencias, como la Onemi, el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (Shoa) o el Servicio Sismológico de la Universidad de Chile, hoy transformado en el Centro Sismológico Nacional.
A partir de junio del año 2010 las oficinas de la Onemi comenzaron a operar las 24 horas, los siente días de la semana, cada una con su propio Centro de Alerta Temprana (CAT), departamento encargado de vigilar momento a momento las posibles situaciones de vulnerabilidad y riesgo de eventos destructivos, con el fin de evaluar y difundir tan pronto como sea posible esta información.
En la oficina central de la Onemi se reorganizaron internamente los protocolos, procedimientos y el espacio físico del Comité de Operaciones de Emergencia (COE). Este comité es por ley la máxima instancia del gobierno frente a una emergencia en curso, donde se centraliza la información de lo que está pasando, se realiza la coordinación y la toma de decisiones y se difunde la información a autoridades y medios de comunicación.
La segunda renovación fundamental al interior de la Onemi es la construcción de un nuevo edificio. La Oficina Nacional de Emergencia fue creada en 1974, y se estableció en 1978 en una antigua fábrica de muebles. La construcción se está realizando en dos partes. La entrega de la primera está programada para comienzos del 2014 y allí la nueva Onemi quedará habilitada para funcionar en un 100%. Esta obra es una de las 100 iniciativas del Programa Legado Bicentenario liderado por el Presidente Sebastián Piñera.