El ex mandatario analiza los principales hitos político-sociales del país de las últimas seis décadas y media, casi las mismas que él ha vivido ligado a lo público.
Para Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique, 65 años, hijo del ex embajador DC José Piñera, ex senador, ex presidente de Renovación Nacional y ex Presidente de la República, en 1984 se marca un verdadero punto de inflexión en la historia contemporánea del país.
Apoyado en sus apuntes que hojea una y otra vez, el ex mandatario repasa la evolución político-social de Chile durante las últimas seis décadas y media, llegando a un diagnóstico lapidario sobre el motivo por el cual no se ha alcanzado el desarrollo. “Entre el 50 y el 84, Chile era un país que se iba quedando atrás, que crecía muy poco, que no se modernizaba, que no se integraba al mundo”, dice. Y agrega: “A partir de 1985 hasta 2013 vino un segundo período en que Chile despierta, es una especie de renacimiento. Durante ese período no sólo recuperamos la democracia en forma muy ejemplar, sino que, además, Chile logró duplicar su tasa de crecimiento. Entre el 60 y el 84, el ingreso per cápita pasó en Chile de US$ 1.500 a US$ 4.600, entre el 85 y el 2013 pasamos de US$ 4.600 a US$ 20 mil, es decir, salimos de la tercera división y nos empezamos a preparar para integrarnos a la primera división, y yo siento que hemos estado muy cerca, pero todavía no lo hemos logrado”.
¿Por qué?
Dos veces hemos estado muy cerca. Una fue a fines del siglo XIX, después de la Guerra del Pacífico, Chile se queda con la inmensa riqueza del salitre del norte. Y la segunda la hemos tenido nosotros, nuestra generación. Yo siento que el año 2013, con un ingreso per cápita de más de US$ $20 mil y el país creciendo a más del 5% al año, casi el doble de lo que crecía el mundo, habiendo sido capaces de crear más de un millón de empleos, habiendo reducido la pobreza, habiendo reducido las desigualdades, estábamos muy bien encaminados hacia alcanzar ese sueño, esa meta que es el desarrollo, íbamos muy bien encaminados, pero algo nos pasa.
Cada vez que nos hemos acercado al desarrollo nos hacemos zancadillas entre nosotros mismos y eso es lo que está pasando ahora, en que el país nuevamente se está dividiendo, en que hemos perdido la capacidad de crecer, de crear empleos, de mejorar los salarios, de aumentar la productividad, de generar un clima y una cultura de innovación de emprendimiento, de reducir la pobreza, de avanzar hacia la igualdad de oportunidades, todas esas cualidades las estamos perdiendo y la pregunta es por qué nos pasa,
¿Cuál sería la respuesta?
Cada vez que nos hemos dividido como si fuéramos enemigos en una especie de lucha fratricida de unos contra otros, Chile ha retrocedido. Durante el gobierno de la Unidad Popular, durante el gobierno militar hubo grandes divisiones en Chile y la forma en la que recuperamos la democracia, la forma en la que enfrentamos la transición fue en base a diálogo, acuerdos, entendimiento, respeto y yo creo que eso se ha perdido mucho en los últimos meses. Se requiere hacer reformas que en Chile no las estamos enfrentando, estamos concentrando todo nuestro esfuerzo en reformas que no apuntan en la dirección correcta y estamos dejando de lado las verdaderas reformas.
Lo que hay que hacer hoy en día son reformas que están pendientes. Hay que mejorar sustancialmente la calidad de la educación en nuestro país y eso no está todavía en la agenda del actual gobierno.
Pero el gobierno está haciendo eso...
¿En qué están concentrados todos los esfuerzos hoy día? En una reforma tributaria, una reforma educacional, una reforma laboral que están mal diseñadas, mal pensadas, en que ha habido mucha improvisación, que están produciendo resultados muy negativos y que, además, son rechazadas por la inmensa mayoría de los ciudadanos, y sin embargo, el gobierno insiste y embiste como un toro en reformas que están produciendo malos resultados, que todos los expertos han advertido que tienen serias deficiencias y que, además, la ciudadanía rechaza, y por tanto yo siento que nos estamos apartando del camino que conduce a ese desarrollo integral del cual yo le hablaba y que es fundamental reencontrarnos con ese camino, recuperar el tiempo perdido y volver a poner a Chile en marcha hacia lo que realmente le importa a la gente. La gente lo que quiere es tener una mejor calidad de vida y eso significa crecimiento, empleos, salarios, eso significa mayor seguridad ciudadana, mayor orden público, mejor educación, mejor salud y yo siento que esas son las grandes prioridades de la gente que están ausentes de la agenda del actual gobierno.
Ex presidente, a su juicio, ¿cuál es el hito político-social más relevante de los últimos 65 años?
Hay una trilogía que parte el año 1970, cuando en Chile por el tercio de los chilenos se elige el gobierno de la Unidad Popular, que en el fondo quería establecer en Chile una sociedad comunista que era, a mi juicio, totalmente contradictoria con lo que quería la inmensa mayoría de los chilenos, y ahí parte un proceso de enfrentamiento, de división, en que todo se extrema. Eso dura tres años, que termina en una crisis total, en un caos político, en una crisis económica, en una violencia social gigantesca.
El segundo hito es el Golpe de Estado del 11 de septiembre del 73, que termina con la Unidad Popular, pero que da inicio a otro proyecto refundacional que también produce grandes divisiones y que, por supuesto, tiene luces y sombras, cosas buenas y cosas malas, y esta trilogía culmina con el plebiscito de 1988, cuando Chile en forma pacífica, inteligente, democrática, a través del voto recupera su democracia en forma muy ejemplar.
A la hora de elegir una reforma, ¿cuál le cambió la cara al país?
Las reformas más trascendentes por el efecto, por el impacto que tuvieron, fueron las reformas de modernización que se hicieron a fines de los 70, la década de los 80 y que continuaron con los gobiernos democráticos de Patricio Aylwin, de Eduardo Frei, de Ricardo Lagos, que fue cambiar profundamente las estructuras de nuestro país.
Esas reformas o cambios también tienen un gran defecto: la desigualdad ha aumentado fuertemente en el país en los últimos 25 años.
Durante nuestro gobierno esa fue una prioridad principal y, fíjese usted, hay algunos que hablan mucho de igualdad, pero las palabras, cierto, son fáciles de decir y muchas veces se las lleva el viento. Por ejemplo, durante el primer gobierno de la Presidenta Bachelet, en que la igualdad era la palabra central, la pobreza aumentó y la desigualdad se mantuvo constante. Durante nuestro gobierno logramos reducir la pobreza prácticamente a la mitad, del 14% al 7%, y por primera vez en mucho tiempo logramos reducir las desigualdades, y por tanto aquí no basta con decir yo quiero igualdad, yo quiero justicia, porque a veces, cierto, el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.
Si tuviera que elegir un solo hito vinculado a lo público, por cierto, que haya marcado más su vida, su recuerdo en estos 65 años.
Por supuesto que para un ciudadano no hay honor más grande que ser electo Presidente de la República. Para mí ese fue un momento que voy a recordar con gratitud, con emoción siempre. Pero yo también recuerdo muy profundamente otros hechos, por ejemplo el Bicentenario, cuando nos tocó celebrar los primeros 200 años de vida independiente.
Recuerdo también con mucha emoción y profundidad el terremoto del año 2010 y el gigantesco desafío que significó reconstruir un país que había quedado devastado. También el rescate de los 33 mineros, que fue una verdadera hazaña, una epopeya.
¿Cuál es el presidente más relevante de los últimos 65 años?
Patricio Aylwin, porque a él le tocó un rol muy especial, muy trascendente en la transición desde el gobierno militar hacia la democracia. En la forma en la que se dio esa transición, su rol en el plebiscito y la forma en la que asumió su Presidencia de la República, la primera presidencia de esta nueva etapa democrática de Chile con un espíritu de diálogo, de apertura, sumando y restando, pienso que a él le tocó vivir un período muy estelar, muy importante de la vida de la sociedad chilena en estos últimos 65 años, la recuperación de la democracia, la transición y el primer gobierno democrático.
¿Y algún político que lo haya marcado, que usted haya dicho “esta persona me inspira, me gustaría seguir sus pasos”?
Hay muchos políticos que me han marcado y que yo he estudiado, los he leído, por ejemplo Wiston Churchill, por el rol que jugó para derrotar el nazismo, que era una ideología totalmente depredadora y destructora de las libertades y de la dignidad de las personas.
El Papa Juan Pablo II, que jugó un rol muy importante en la caída del comunismo. Fíjese, dos personas que fueron estelares en derrotar dos experimentos sociales como el nazismo y el comunismo que, a mi juicio, fueron nefastos para la sociedad, para los seres humanos.
Si volvemos a Chile, yo tengo muchos, yo creo que Chile tiene políticos muy buenos, yo sé que esto hoy día no es compartido por muchos, pero hay políticos muy buenos que han dejado una huella de honestidad, de compromiso, de dedicación. Por ejemplo, en los tiempos más modernos, personas como Patricio Aylwin, como Pedro Ibáñez, Gabriel Valdés, Sergio Diez, incluso en momentos, políticos más jóvenes, yo tengo gran aprecio y estimación por personas como Andrés Chadwick, Andrés Allamand, Evelyn Matthei, José Antonio Viera-Gallo, Edgardo Boeninger, Alberto Espina, Cecilia Pérez, los actuales presidentes de la Cámara y del Senado, el diputado Marco Antonio Núñez y el senador Patricio Walker, creo que son grandes políticos.
Además de la Presidencia, ha tenido varios cargos de relevancia pública, fue senador, presidente de su partido, ¿hay alguna reforma, alguna iniciativa pública que usted haya apoyado y que diga “no fue la mejor decisión”, “nos equivocamos en eso”?
Como Presidente me hubiera gustado haber impulsado con mucha más fuerza algunos proyectos que presentamos, pero que no logramos que vieran la luz del sol, como, por ejemplo, las reformas al sistema electoral para dejar atrás al binominal y entrar a un sistema electoral más democrático, más adecuado a lo que es el alma de nuestro país, haber impulsado con más fuerza el Acuerdo de Vida en Pareja, para reconocer que hay diversas formas de enfrentar la vida y que todos tienen derecho a buscar la felicidad y todos tenemos la misma dignidad; haber impulsado también con más fuerza otras reformas que no logramos sacar adelante, como por ejemplo todas las reformas en materia de seguridad ciudadana. Uno sentía que la gente quería seguridad, necesitaba seguridad, orden, tranquilidad para vivir en paz y presentamos los proyectos al Congreso.
Los delincuentes se han tomado nuestro país, como lo dijo recientemente un gran volante de la selección chilena. Esta ambigüedad que ha tenido la Concertación, que no aprueba las leyes por un complejo, que no se da cuenta de que también hay que luchar contra el terrorismo con todos los instrumentos que la democracia nos entrega, incluyendo la Ley Antiterrorista.
Publicado en La Tercera el 30 de julio de 2015.