Del Candidato al Presidente Trump

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Del Candidato al Presidente Trump

13 de Noviembre de 2016

El martes pasado terminó una de las peores campañas presidenciales que haya vivido Estados Unidos, la principal democracia del mundo, en toda su historia. Una campaña que mostró los aspectos más oscuros de la política americana. Los candidatos Trump y Clinton, lejos de resaltar sus propias virtudes y fortalezas, se dedicaron en forma brutal a atacarse y descalificarse mutuamente, incluyendo a los partidarios de sus oponentes. Los tres debates presidenciales fueron una verdadera vergüenza para el espíritu y enseñanza de los padres fundadores de la gran nación del norte. Ambos partidos quedaron profundamente divididos. Los republicanos tensionados por sus extremos más fundamentalistas y populistas, y los demócratas entre el socialismo de Bernie Sanders y el legado del Presidente Barack Obama.

Pero lo más grave es la división que cruza al pueblo norteamericano y que se manifestó en la inusitada virulencia observada en la campaña y en las inéditas protestas contra el Presidente electo. Recuerdo cuando el Presidente Obama, durante su visita a Chile en 2011, me compartió su gran preocupación por este ambiente de polarización social, reflejado en la creciente irracionalidad del debate entre demócratas y republicanos en el Congreso.

No cabe duda que significó un cierto alivio escuchar las palabras de Donald Trump después de su victoria, llamando a la unidad a todos sus compatriotas y a la colaboración con el resto del mundo. Espero que el futuro Presidente Trump sea mucho mejor que el ex candidato Trump. Como candidato lo importante era lo que decía. Como Presidente lo importante será lo que diga y lo que haga.

¿Por qué ganó Trump? Los factores son múltiples y diversos: Trump supo explotar los temores y resentimientos más profundos de muchos norteamericanos sobre Estados Unidos. La inmigración ilegal, la globalización y los tratados de libre comercio, que sienten como amenaza a su cultura y puestos de trabajo, el débil crecimiento de la economía americana tras las crisis subprime, la inseguridad ciudadana, la amenaza del terrorismo, la debilidad del aparato militar, la injusta repartición del costo de la seguridad mundial, el hastío con el establishment político tradicional, entre otros factores. A ello hay que agregar que sus propias debilidades como candidato se vieron compensadas, en parte, por las debilidades de su oponente.

Un reciente documento publicado por su comando arrojó nuevas luces sobre sus prioridades y compromisos entre los que destacan: fortalecer el poderío militar norteamericano, incluyendo una modernización de su arsenal nuclear. Terminar con la inmigración ilegal, incluyendo la construcción de un muro en la frontera con México, y deportar a muchos de los actuales inmigrantes ilegales. Liberar los obstáculos para potenciar la industria energética y transformar a Estados Unidos en un país energéticamente autosuficiente y potencia exportadora. Rebajar significativamente los impuestos a empresas y personas y simplificar el Código Tributario y el sistema regulatorio, eliminando muchas normas que promueven la burocracia y empantanan el emprendimiento. Revisar los tratados de libre comercio como el NAFTA y el TPP o simplemente rechazarlos. Desarrollar un amplio y ambicioso plan para modernizar la infraestructura de Estados Unidos, en materia de carreteras, puentes, puertos, aeropuertos, túneles, ferrocarriles, etc. Desmantelar el ObamaCare y reemplazarlo por un sistema basado en cuentas de ahorro para la salud, y fortalecer el rol de los Estados. Finalmente, reforzar el cumplimiento de las garantías constitucionales y la designación de jueces de la Corte Suprema que contribuyan a esos objetivos.

Salvo en lo referente a inmigración, que afecta no tanto a México, país que completó 6 años con inmigración neta negativa hacia Estados Unidos, sino principalmente a Centro América, y al proteccionismo, que si afecta principalmente a México, país en que el 80% de sus exportaciones van a Estados Unidos, el programa de Trump no debiese impactar negativamente a América Latina y menos a Chile, que puede esperar normalidad en el funcionamiento de su TLC, su programa de Visa Waiver y su amplio y diverso espectro de colaboración con el país del norte.

El caso del TPP sí representa una incógnita. El candidato Trump se comprometió a rechazarlo. ¿Qué hará el Presidente Trump? No lo sabemos. Incluso es posible que el Presidente Obama se esfuerce en aprobarlo antes que termine su mandato, como tantas veces nos prometió a los países integrantes.

Está en el mejor interés tanto de Estados Unidos, el mundo y Chile, que la administración Trump haga un buen gobierno. Confiamos en que los siglos de experiencia y sabiduría que rondan el salón oval de la Casa Blanca y su fortaleza institucional, legada por los padres fundadores, lo hagan posible.

Los chilenos, que el próximo año tendremos nuestras propias elecciones presidenciales, debemos aprender de la experiencia americana y comprometernos a hacer una campaña limpia, constructiva e inspiradora, que enriquezca el alma nacional e ilumine los caminos del futuro. Porque más allá de nuestras diferencias, compartimos un mismo objetivo: hacer de Chile un país mejor, más libre, más justo, más próspero y más feliz.

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