Libertad, equidad y progreso son tres valores fundamentales para el bien común y plenitud de vida de los ciudadanos. Lograr el justo equilibrio entre estos tres valores constituye un objetivo central de todo proyecto político.
La libertad es un concepto integral e indivisible, y debe manifestarse en todos los múltiples y diversos campos de la vida humana: la política, la economía, lo social, lo cultural y lo espiritual.
La equidad se debe expresar en distintos niveles. Exige la satisfacción de las necesidades básicas de todos los ciudadanos, lo que equivale a derrotar la pobreza y garantizar una vida digna para todos. Requiere un nivel apropiado de igualdad de oportunidades, que permita la meritocracia y la movilidad social. Y demanda la eliminación de desigualdades excesivas entre los miembros de la sociedad.
El progreso necesita crecimiento económico y creación de oportunidades, para que todos los ciudadanos puedan desarrollar sus talentos y alcanzar su realización personal.
A la búsqueda del equilibrio entre estos tres valores apuntó el corazón del proyecto que propusimos al país durante la campaña presidencial del 2009. Ello se tradujo en el compromiso de construir una sociedad de libertades, oportunidades y seguridades para todos, y en la misión de alcanzar el desarrollo y terminar con la pobreza antes de que termine esta década.
La historia del siglo XX estuvo marcada por una brutal competencia entre dos grandes modelos. El Modelo de los Socialismos Reales, liderado por la ex Unión Soviética, de tanto privilegiar la igualdad, terminó asfixiando la libertad y el progreso. Por eso se derrumbó sin pena ni gloria, repudiado por sus propios ciudadanos. El Modelo Liberal, representado por el mundo desarrollado, logró un mejor equilibrio entre estos tres valores.
La misión esencial de nuestro gobierno fue avanzar hacia un mejor equilibrio entre libertad, equidad y progreso para Chile y los chilenos. Ello llevó a repensar y perfeccionar la relación de colaboración que debe existir entre la sociedad civil, el Estado y el mercado.
¿Cuáles fueron los resultados? En el campo del progreso, estos son conocidos. Chile recuperó el liderazgo perdido. A pesar del terremoto y la crisis de la economía mundial, logramos crecer a cifras promedio del 5,3%, superando a América Latina y el mundo, y liderando a los países de la OCDE. Creamos más de un millón de empleos, los salarios reales crecieron al 3% promedio anual, el desempleo bajó del 9,0 al 6,1%, surgieron más de 250 mil nuevos emprendedores, la inversión creció en 10% promedio al año, las exportaciones pasaron de U$ 55 mil millones a U$ 77 mil millones al año, y recuperamos los ahorros externos y los equilibrios fiscales que habíamos perdido.
Todas esas buenas noticias se ven potenciadas por el gran salto adelante que Chile logró en equidad. No solo disminuyó la pobreza, sino también avanzamos en igualdad de oportunidades y reducción de desigualdades excesivas. La Nueva Encuesta Suplementaria de Ingresos (NESI), recientemente publicada por el INE, muestra que los ingresos autónomos de las familias pertenecientes al 10% más vulnerable crecieron en un 20% durante el período 2010-2013, acortando la brecha con los sectores más favorecidos. Esta tendencia se ve más fortalecida aún al considerar los ingresos monetarios de estas familias, los que incluyen transferencias desde el Estado, los cuales crecieron en un 39% durante el mismo período.
Las cifras del INE muestran que entre los años 2010 y 2013, la desigualdad de ingresos entre las familias pertenecientes al 10% más rico y al 10% más pobre disminuyó de 13 a 11,3 veces en base a ingresos autónomos, y de 11,9 a 8,9 en base a los ingresos monetarios, rompiendo así una pesada inercia de desigualdad que se arrastraba por décadas, y acercándonos a los estándares de los países de la OCDE. Estas mejorías también se produjeron en los otros grupos de sectores vulnerables.
Sin duda, el millón de nuevos empleos, el fuerte crecimiento de los salarios, los avances en materia de educación, y la mayor eficacia y focalización de gasto social están en la raíz de estos buenos resultados.
Y respecto de las libertades, la acción de nuestro gobierno apuntó a ampliarlas y fortalecerlas, muy especialmente para los sectores más vulnerables y de clase media. Por ejemplo, la libertad de elección de los pensionados y los afiliados al Fonasa en materia de salud; la ampliación de la cobertura de la educación escolar y de la Subvención Escolar Preferencial, desde la educación básica a la media y desde los sectores más vulnerables a la clase media, y la libertad de elección de los padres; la inscripción automática y el voto voluntario de los ciudadanos; la propiedad del número telefónico a través de la portabilidad numérica; la ampliación del beneficio del posnatal de tres a seis meses y de un tercio a todas las mujeres trabajadoras chilenas, y el derecho a sala cuna universal; el fortalecimiento del Sernac para proteger los derechos de los consumidores y de la Fiscalía Nacional Económica para velar por la libre competencia.
Hoy, en que el equilibrio y avance de los valores de la libertad, la equidad y el progreso están en riesgo por las políticas públicas implementadas por el actual gobierno, es fundamental corregir los errores y enmendar el rumbo, para retomar la senda del avance y justo equilibrio entre estos tres valores.