La nueva revolución tecnológica

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La nueva revolución tecnológica

El Mercurio
28 de Septiembre de 2015

Por Sebastián Piñera.

"...Chile nunca ha estado más cerca de alcanzar el desarrollo y construir una sociedad más libre, próspera, justa y segura, pero si no nos integramos a la nueva revolución tecnológica, será una vez más una oportunidad perdida y un caso de desarrollo frustrado. No tenemos derecho a fallar...". 

La humanidad ha experimentado varias revoluciones tecnológicas en su historia. La revolución agrícola permitió un gran salto adelante, al permitir dejar el mundo nómade y entrar al mundo sedentario de las aldeas y ciudades. La revolución industrial, con sus máquinas de vapor y la producción en serie, permitió un enorme aumento de la productividad en los países industriales. La revolución de la sociedad del conocimiento y la información que vivimos hoy es aún más profunda, pues está cambiando sustancialmente nuestra forma de trabajar, estudiar, comunicarnos e informarnos, es decir, nuestra forma de vivir.

Hace apenas algunas décadas no existían el computador personal, calculadora, fax, teléfonos celulares, ni mucho menos internet, correo electrónico o aplicaciones como Google, Facebook, WhatsApp, Twitter o Instagram. Pero incluso estos inventos, que tanto han cambiado nuestras vidas, ya pertenecen al pasado.

Hoy está en marcha una nueva revolución tecnológica que volverá a modificar nuestras vidas en forma radical. Hay a lo menos diez innovaciones que están en pleno desarrollo o cercanas a entrar en aplicación. Así por ejemplo, el internet de las cosas hará que tengamos un mundo interconectado, en el que los objetos cobrarán vida. Las máquinas transmitirán información directamente a los fabricantes, los automóviles a los talleres y las personas a los médicos. El mundo será como el cuerpo humano, en que tres trillones de células interconectadas captan y transmiten información para tomar decisiones y solucionar necesidades en forma instantánea.

También tendremos internet móvil y de banda ancha para estar conectados en cualquier lugar y momento, con teléfonos inteligentes que son simultáneamente conexión a internet, cámara de fotos y video, grabadora de voz, reproductor musical, GPS, medio de pago y control remoto. La robótica avanzada, con inteligencia para pensar y decidir, reemplazará el trabajo manual y también parte del intelectual. En el futuro tendremos minas sin mineros, sistema de transportes sin choferes y operaciones quirúrgicas a distancia.

La nueva comprensión del genoma humano permitirá descifrar el de cada persona, abriendo un enorme campo para prevenir y curar enfermedades; la tecnología de la nube acumulará información, software y capacidad de proceso, transformando cualquier aparato conectado en un supercomputador; las impresoras 3D y 4D permitirán pasar directamente a la producción de los objetos en el punto de destino; los materiales avanzados, con memoria y capacidad de autorregeneración, revolucionarán los procesos productivos; los progresos en energías renovables, almacenaje y transmisión inalámbrica harán competitivas las energías solar, eólica y mareomotriz; las ciudades inteligentes y sustentables revolucionarán los sistemas de transporte, iluminación y la provisión de servicios públicos; y la evolución desde una economía de bienes a una de servicios, donde en lugar de bienes las empresas y personas venderán servicios, por el tiempo y en el lugar que los consumidores requieran, como ocurre hoy con Uber o Airbnb.

¿Estamos preparándonos para esta nueva revolución? ¿Estamos pensando en el nuevo mundo que viene? Definitivamente estamos atrasados. La Agenda Digital ha perdido fuerza y muchas de las reformas que actualmente se discuten, como la tributaria, laboral y educacional, significan retrocesos, pues están más conectadas al mundo del pasado que al del futuro. Lo que necesitamos es más libertad, creatividad, innovación, emprendimiento, ciencia y tecnología. Ello hará la diferencia entre el éxito y el fracaso de los países.

Es tiempo de levantar la mirada y avanzar en varios frentes. En tecnología digital es necesario crear una institucionalidad que nos permita una visión de largo plazo y mayor continuidad en las políticas públicas. En lo laboral, se requiere mucha más flexibilidad y un enorme esfuerzo de alfabetización digital de nuestros trabajadores. En educación, debemos prepararnos para un nuevo paradigma en que los estudiantes aprenderán en sus casas, conectados con los mejores establecimientos y profesores del mundo, e irán a sus escuelas a hacer sus tareas y resolver problemas con sus profesores. Como dijo Ken Robinson, los niños y niñas que hoy entran a la educación preescolar, cuando salgan a buscar trabajo, serán trabajos que hoy no existen, usando tecnologías que aún no se inventan, para resolver problemas que aún no imaginamos.

En salud habrá que redefinir el concepto de hospital y revisar las habilidades y tecnologías médicas requeridas. Y en seguridad ciudadana, las aplicaciones de internet móvil serán claves para prevenir y dar más seguridad. También tenemos que avanzar en la carretera digital de banda ancha (Ruta 5-D) y cerrar las brechas digitales entre los distintos segmentos de la sociedad, para que esta revolución sea inclusiva e integradora.

Chile nunca ha estado más cerca de alcanzar el desarrollo y construir una sociedad más libre, próspera, justa y segura, pero si no nos integramos a la nueva revolución tecnológica, será una vez más una oportunidad perdida y un caso de desarrollo frustrado. No tenemos derecho a fallar.

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